La Atención Farmacéutica en salud mental continúa subiendo escalones.
Alzhéimer y trastornos de alimentación, algunos de los más abordados.
Los programas de atención farmacéutica (AF) se encuentran en plena expansión, aunque aún les queda mucho por recorrer, según algunos portavoces. Uno de los caminos más complicados en los que todavía la AF no ha entrado a fondo es la salud mental. Sin embargo, algunos colegios profesionales y universidades apuestan fuerte y se han lanzado a explorar un campo que todos coinciden en señalar muy complejo de abordar.
En plena celebración del XV Congreso Europeo de Psiquiatría, que tiene lugar entre el 17 y el 21 de marzo en Madrid, y con una actualidad en la que las noticias relacionadas con las enfermedades mentales copan un lugar muy importante en las páginas de salud, la pregunta que se plantea es la siguiente: ¿qué puede hacer el farmacéutico en este ámbito?
La respuesta para los expertos consultados por WEBSALUD resulta clara: Mucho. Sin embargo, las iniciativas en este campo todavía no son muy numerosas. El enfermo mental es un paciente muy complejo y vulnerable. Además, el ámbito de la salud mental contempla una gran cantidad de enfermedades de distinto signo y gravedad, explica Mercé Barau, responsable de Atención Farmacéutica del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona (COFB).
Algunos órganos colegiales empiezan a avanzar en este campo y desarrollan actividades centradas en una patología en concreto o en un aspecto particular de la misma, mientras que otros confiesan que su actividad al respecto es prácticamente nula. Respecto a otras instituciones, la Universidad de Granada, una de las más activas de España en investigación sobre Atención Farmacéutica, ha desarrollado dos programas, uno sobre Seguimiento farmacoterapéutico en depresión y otro denominado Seguimiento farmacoterapéutico de los pacientes con alzhéimer. María José Faus, una de las responsables del Grupo de Investigación sobre Atención Farmacéutica de dicho centro universitario, manifiesta que la escasez de programas de este tipo se debe a que las enfermedades mentales resultan de difícil manejo y que, en ocasiones, el profesional tiene cierto respeto en abordar este campo sanitario.
El alzhéimer, los trastornos de la alimentación, las adicciones o cursos de formación acerca de las interacciones de los psicofármacos con otros medicamentos o con alcohol son algunos de los campos más abordados desde las organizaciones farmacéuticas. Las actuaciones van desde campañas informativas hasta protocolos de seguimiento farmacoterapéutico.
Para Laura Tuneu, farmacéutica asistencial de Barcelona, lo primero que puede y debe aportar el farmacéutico —y sin lo cual el resto no funciona— es apoyo y educación para la salud. Existe cierta incomprensión respecto a este enfermo y, a la vez, a él le cuesta hacerse entender, argumenta.
A partir de ahí, el siguiente paso consiste en el seguimiento farmacoterapéutico, ya que una de las principales dificultades de este enfermo es su adhesión al tratamiento, añade. Tuneu manifiesta que el objetivo es que no quede ningún problema de salud por resolver, que el paciente tome los mejores fármacos en las dosis más adecuadas y que se le resuelvan las desorientaciones que pueda tener en relación con su medicación.
Para esta farmacéutica, al igual que para Ignacio Jáuregui, psiquiatra y responsable del Instituto de Ciencias de la Conducta, los diferentes profesionales implicados en este ámbito deben trabajar juntos. De hecho, la entidad que dirige Jáuregui trabaja desde hace años con el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Sevilla en cuestiones de prevención primaria y secundaria de los trastornos de la alimentación. El doctor señala la gran capacidad del farmacéutico en la detección de señales de alarma que den pistas sobre posibles enfermos y en la promoción de hábitos de vida saludable.
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