La campaña electoral sí importa. Hasta un 20% de los ciudadanos deciden a quién otorgar su voto en esas dos semanas previas a la celebración de los comicios, y un 8% lo deja para el mismo día de la votación. Así lo afirma Carmen Ortega Villodres, directora del Centro de Análisis y Documentación Política y Electoral de Andalucía (Cadpea) de la Universidad de Granada. Son algunas de las conclusiones a las que llegó su equipo de trabajo después de analizar los datos de los pasados comicios del 20 de noviembre.
Este es uno de los puntos que se pueden extrapolar a las elecciones al Parlamento Andaluz del domingo, y que explicarían las importantes diferencias entre las encuestas y los resultados finales del 25 de marzo. Y es que, dos semanas antes de la jornada electoral, las encuestas otorgaban al Partido Popular entre 54 y 55 escaños, que se han quedado en 50.
Foto fija
«Las encuestas son una foto fija que vale para el momento en que la haces, pero el electorado es algo que se mueve», señala Ortega, que añade que los sondeos se basan en la probabilidad, más que en un dato exacto. «No es que las encuestas se equivoquen, es que esperamos demasiado de ellas. El error está en el análisis que se hace de esos datos», apunta la profesora universitaria.
Carmen Ortega señala a la desmovilización como uno de los factores clave que explicarían el inesperado resultado electoral. «Este tipo de encuestas, con datos tan rotundos para un partido, desmovilizan al electorado. Incluso el PP se confió y llevó a cabo una campaña de baja intensidad», apuntó la experta. Para Carmen Ortega ha existido «un exceso de confianza, algo que el Partido Popular ha querido evitar desde el principio, pero que parece no haber conseguido».
Esta desmovilización no ha afectado por igual a todo el electorado. Así, según los datos ya analizados por la profesora Ortega, los habitantes de los núcleos rurales han ido a votar en masa, como siempre, mientras que la población urbana se ha abstenido mucho más.
Esta desigual participación también inclina la balanza, porque en Andalucía los pueblos pequeños suelen votar al PSOE, mientras que las grandes ciudades suelen ser feudo popular. Y en este caso, el voto socialista de las localidades más pequeñas no se ha perdido, mientras que las urnas de las ciudades han tenido menos votos de los esperados. «En las andaluzas nunca había habido tanta diferencia de participación», declara la directora del Cadpea.
Además, el PSOE habría recuperado algunas de las ciudades de medio tamaño. «Vivir en un hábitat rural despierta más el sentido del deber de votar y hay un mayor sentimiento de eficacia política, piensan que se pueden cambiar las cosas. En el lado contrario, las ciudades son sociedades más atomizadas», resume Ortega.
«En esta convocatoria ha habido catorce puntos de diferencia en la participación entre los núcleos rurales y las ciudades; en las elecciones de noviembre hubo solo ocho puntos». Esto ratifica, según explica Ortega, que en las ciudades se desmoviliza más el electorado que en los pueblos.
Además, la experta señala que las convocatorias andaluzas son citas electorales de segundo orden. «Normalmente, las generales son las percibidas por los ciudadanos como de primer orden, las municipales se consideran de segundo orden y las autonómicas de tercero. En el caso andaluz las autonómicas suben al segundo orden, porque suelen celebrarse con las generales, algo que no ha ocurrido en esta convocatoria», apunta Ortega. Estas elecciones celebradas por separado también han ayudado a que bajara la participación, unido a la rotundidad de las encuestas previas.
Del análisis de los datos del 20 de noviembre también se desprende que los sondeos influyen en el electorado. «Un 11% de los votantes declaró que los sondeos previos a las generales les habían influido»
El análisis pormenorizados de los resultados electorales, comparados con las encuestas previas, también muestra que los votos de centro e independientes son más volátiles, mientras que los que van a la izquierda y la derecha suelen corresponder a votantes más fieles.
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