– «Hay que reivindicar la poesía como un trabajo noble para la convivencia»
Luis García Montero cerró ayer el curso del Ateneo Riojano, donde presentó su nuevo libro de poesía, Vista cansada
Es firma de primera referencia en la poesía nacional actual. Premios como el Adonáis, el Loewe, el Nacional de Poesía o el de la Crítica avalan libros como Y ahora ya eres dueño del puente de Brooklyn (1980), El jardín extranjero ((1983), Habitaciones separadas (1994) y La intimidad de la serpiente (2003), aunque ayer acudió al Ateneo Riojano en su cierre de curso para presentar Vista cansada (Visor, 2008), su última publicación poética, a modo de memorias en verso. Luis García Montero (Granada, 1959) es catedrático de Literatura Española de la Universidad de Granada.
– Su oculista le dijo que realmente tenía la «vista cansada» y usted decidió poner ese título a su libro, pero, ¿por qué?
– Me pareció un título significativo porque, por una parte, toma conciencia el paso del tiempo y, por otra, encierra algo de optimismo. Quien acude al oculista y se pone gafas es porque no quiere quedarse ciego y desea seguir viendo, seguir leyendo.
– Lo que sí parece Vista cansada son unas memorias poéticas. ¿Por qué en esta ocasión?
– Este año cumplo los 50 años y creo que medio siglo es un buen tiempo para meditar sobre el paso de la historia personal, de la propia biografía. España ha pasado mucho en estos años, ha pasado de una dictadura a una democracia. Meditar sobre mi vida también ha sido meditar sobre la Historia, cuando yo era niño y vivía en la Andalucía franquista no es lo mismo que, ahora, de adulto, en Madrid, con la inmigración y otros problemas.
– Usted ha declarado en alguna otra ocasión que recordar es comparar. ¿Con quién se compara en este libro?
– Recordar siempre es un ejercicio de conciencia y la memoria es elaboración. Uno siempre compara el pasado con el presente, lo que uno fue con lo que es, y siempre hace ajuste de cuentas con uno mismo, analiza lo que ha cambiado y cómo de leal es con lo que creía y pensaba. Un libro de inevitable extensión social como Vista cansada no sólo no debe considerar odiosas las comparaciones, es que son necesarias.
– Además, el libro está repleto de dedicatorias. Casi parece una despedida.
– Cuando uno va publicando y encontrando su propio mundo tiene miedo a repetirse. En el ejercicio de la escritura eso se convierte en miedo a no saber qué decir y no saber si tendrá la necesidad de escribir un poema nuevo. En Vista cansada sí he tenido necesidad de recapitular sobre mi mundo poético y espero seguir teniendo cosas que decir en lo sucesivo porque no me gustaría dejar de escribir a los 50. Pero el tono de reencuentro con el pasado sí existe, es el tono de alguien que debe hacer saldo de su existencia.
– Su obra se ha clasificado en multitud de corrientes, poesía urbana, la otra sentimentalidad, política por su militancia IU pero…, ¿se siente realmente dentro de una línea poética?
– Creo que la creación poética tiene un calado civil importante. Toda creación tiene un matiz social importante, aunque la política, en general, está muy desprestigiada porque se han salido con la suya quienes han unido política con corrupción. Hay que reivindicar la poesía como un trabajo noble para la convivencia, un poeta puede y debe sentirse vinculado con lo que sucede porque no sólo debe dedicarse a unir palabras de modo que queden bonitas, también tiene que darles sentido. Lo grave, lo peligroso, es escribir panfletos, perder la independencia.
– Las ciudades son un tema recurrente en su obra y Logroño ha aparecido en ella en alguna ocasión. ¿Qué le ha conducido literariamente hasta aquí?
– Siempre he prestado especial atención a las ciudades porque soy un viajero curioso. Además, la condición del viajero se identifica bien con la del escritor, los ojos que miran desde la extrañeza ven cosas que para los demás pasan de largo. Me atrae convertir en materia literaria la ciudad que descubro, como fue Logroño en 1993, con motivo de un viaje a la ciudad por una intervención literaria, precisamente al Ateneo Riojano. Entonces sentí curiosidad por la ciudad y quise proyectarla con una trama literaria y dio lugar a Dedicatoria.