Salen a la luz en un libro las cartas inéditas de Altolaguirre
R. C.
Madrid- Como «un lujo» que permite conocer las preocupaciones vitales y literarias de Manuel Altolaguirre, y adentrarse mejor en la Generación del 27, calificó ayer el también poeta Luis García Montero el libro «Altolaguirre. Epistolario, 1925-1959», presentado en la Residencia de Estudiantes. El volumen, que llega cuando aún no han terminado todos los actos conmemorativos del centenario del nacimiento del poeta malagueño (1905-1959), es una edición de James Valender, considerado el máximo experto en Altolaguirre, y el cuarto que aparece dentro del proyecto «Epístola», de la Fundación Giner de los Ríos, de Málaga, que dirige José-Carlos Mainer.
La Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), el Centro de la Generación del 27, de Málaga, y la Diputación de Córdoba, han sido otras instituciones participantes en esta edición. Se trata de 711 cartas, la mayoría inéditas hasta hoy, que Altolaguirre intercambió con corresponsales como Paul Eluard, Jean Cassou, Lezama Lima, Falla, Unamuno, Juan Ramón Jiménez, García Lorca, Salinas, Cernuda, Zambrano o sus dos mujeres, Concha Méndez y María Luisa Gomez Mena, esta última, compañera de sus últimos doce años de vida.
«En cuerpo entero». Como un «poeta e impresor» casado con una «poeta e impresora» -Concha Méndez-, presentó el catedrático de Literatura Andrés Soria Olmedo, de la Universidad de Granada a Altolaguirre, y destacó que «por esas cuatro manos pasó prácticamente toda la producción de la Generación del 27», desde 1930 y durante la guerra y el exilio Altolaguirre, dijo Mainer, «está aquí de cuerpo entero», en unas cartas que «revelan mucho de ese personaje que las llenaba de poemas propios, y de esa persona propicia al entusiasmo, inflamable y con grandes dosis de candor genuino» por la que «es difícil no sentir simpatía».
Unas cartas, todas ellas, resumiófinalmente Mainer, que nos muestran que «el mundo del 27, con sus luces y sus sombras, fue un tiempo irrepetible».