VIVIR
Lorca, una escena gestual
El dramaturgo granadino José Moreno Arenas ingresa en la Academia de Buenas Letras con un discurso sobre el teatro lorquiano
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INGRESO
INGRESO
F Acto: Discurso de recepción de José Moreno Arenas en la Academia de Buenas Letras de Granada.
F Título: El silencio de la palabra en el teatro mínimo de Federico García Lorca. Contestación de José Lupiáñez.
F Lugar y hora: Hoy, a las 20 horas, en el Paraninfo de la Universidad de Granada.
EL dramaturgo granadino José Moreno Arenas (Albolote, 1954) he elegido el teatro gestual de Federico García Lorca como tema de su discurso de recepción en la Academia de Buenas Letras de Granada, lo que ha llamado El silencio de la palabra. «Hago unos diálogos extraños, profundísimos de puro superficiales», le decía el poeta de Fuente Vaqueros en una carta a Melchor Fernández Almagro. Más adelante, en la misma misiva, García Lorca, en referencia a sus Diálogos ya concluidos, le diría: «Poesía pura. Desnuda. Creo que tienen un gran interés. Son más universales que el resto de mi obra…(que, entre paréntesis, no la encuentra aceptable)».
Las frases escritas por el autor de La casa de Bernarda Alba a su amigo granadino le sirven a Moreno Arenas para valorar la importancia que el mismo García Lorca le daba a su teatro mínimo o gestual, ese que no precisa de palabras por parte de los actores. «Es fácil suponer que a García Lorca -indica Moreno Arenas- le ocurría como a la mayoría de los dramaturgos: que se sentía plenamente satisfecho e identificado con su producción dramática no comercial, con aquella que no seguía estrictamente las directrices invariables e infranqueables que exigía una escenificación amparada por los cuartos de un productor».
Para Moreno Arenas, García Lorca se sentía verdaderamente libre en ese teatro mínimo, «porque es un teatro de autor libre, de dejar volar la imaginación sin más, que no tiene que venderse a una pauta o regla preestablecida; porque es un teatro de evolución, ideado con técnicas cercanas al cine mudo y rozado con perfiles de vanguardia, con independencia de que el público de su época no estuviera preparado para asimilarlo».
El dramaturgo granadino y nuevo académico confirma aún más su teoría en torno a la verdadera intención teatral lorquiana con las siguientes declaraciones de Federico: «En estas comedias imposibles está mi verdadero propósito. Pero para demostrar una personalidad y tener derecho al respeto he dado otras cosas». Esta cita, según Moreno Arenas, indica que su «verdadera vocación dramática», en referencia a García Lorca, «giraba en sentido contrario a las manecillas de un reloj que sólo marcaba las horas de los intereses de lo comercial».
Ante las afirmaciones lorquianas reseñadas, el nuevo académico lanza las siguientes preguntas: «¿Realmente no formaron parte del verdadero propósito de Federico obras como Bodas de sangre o Yerma, ni encontró aceptables otras como Mariana Pineda o Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín?» y «¿Qué rumbo habría dado a su teatro Federico si no hubiera muerte en plena juventud, una vez escuchada la negativa de Margarita Xirgu a llevar a escena Así que pasen cinco años porque se desarrollaba fuera del tiempo y de la realidad, en la cabeza del protagonista y porque era incomprensible para el público?».
Caracoles y cartujos
José Moreno Arenas destaca de entre toda la obra dramática etiquetada bien en sus Diálogos o en juvenilia, el Diálogo mudo de los cartujos y Diálogo de los dos caracoles, dos obras que «chapotean en el silencio de la palabra».
En ambas obras el diálogo es inexistente y sólo aparece la descripción de la escena, ese silencio de la palabra, término que Moreno Arenas cogió prestado de la filóloga Marie-Claire Romero. «Su teatro -en referencia a estas dos obras- es un teatro poético, y si en todo tipo de teatro el fondo y la forma son importantes, en el poético son fundamentales».
«Federico -dice Moreno Arenas- recurre a la escritura del nombre del personaje, plasma su nombre en el texto y, cuando quiere poner en boca de él unas palabras, se limita a darle instrucciones a través de la acotación o a dejarlo silente, con la única mueca de la interrogación, de la admiración, de los paréntesis, de los puntos suspensivos o del simple punto». Las únicas palabras que pronuncian los personajes lorquianos de estas obras gestuales son zarzamora y ¿ay!.
El académico granadino destaca que las piezas lorquianas tienen ese carácter de poesía en el teatro, «porque el teatro que ha perdurado siempre es el de los poetas», decía García Lorca. Estas obras se insertan en la línea lorquiana de Viaje a la luna, donde «lo esencial es la imagen y no la palabra, careciendo por ello de diálogo».
Teatro mudo, escena gestual o silencio de la palabra en la escritura dramática de García Lorca, donde los conceptos de libertad y autoridad están presentes. Moreno Arenas hace un llamamiento a la puesta en escena, «aunque sea silenciosa» de estas «joyas literarias mitad poéticas, mitad surrealistas».