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Consagrados en cuerpo y alma a la creación artística

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Consagrados en cuerpo y alma a la creación artística

BELÉN RICO
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El Valle. Doce artistas, durante treinta días, dedicados a desarrollar sus proyectos artísticos. Ésa es la propuesta. Ni más ni menos. Un entorno idílico, las necesidades de alojamiento y alimentación cubiertas, más su propio taller con todo el material necesario son las premisas básicas de las becas Al Raso, una iniciativa de la Universidad de Granada y el Ayuntamiento de El Valle de Lecrín para que un grupo de alumnos de la Facultad de Bellas Artes trabajen e intercambien experiencias sobre sus respectivos procesos creativos. Durante todo el mes de julio los doce estudiantes agraciados con las becas han estado viviendo en Restábal, un municipio de El Valle, una experiencia que cambiará su forma de entender el arte.
Alejandro Azorín está haciendo un proyecto de música electrónica con Enrique del Castillo. Ésa era su idea inicial y, aunque siguen ocupando el grueso de su trabajo, como resultado de la relación con sus compañeros y con la gente del pueblo han ido llevando a cabo proyectos nuevos. Por ejemplo, han realizado una exposición pictórica acompañada de música en su taller, han mezclado las imágenes de una película de Disney con sus composiciones, han organizado una proyección para los niños de Restábal o trabajan en la música de la videocreación que están montado otros dos alumnos, Erika Cervera y Juan Cobos.

Al igual que la pareja de músicos, los dos artistas llegaron con la idea de hacer una videocreación con ellos dos como protagonistas, pero luego matizaron su propósito. Nosotros somos la obra de arte en sí. Todo lo que hacemos forma parte del proyecto. Nos dedicamos a conocer a nuestros compañeros, hablamos con la gente del pueblo, también estamos habilitando una zona del río para el baño, aseguran Cervera y Cobos. Además, Cervera también ha pintado un cuadro y ambos han colaborado en algunas creaciones que definen como más efímeras.

Carlos Montes, en cambio, se ha mantenido más fiel a su proyecto inicial de montar una instalación sonora: unas peanas de madera destinadas a sostener copas de cristal y que albergan en su interior una serie de motores conectados a sensores de movimiento que se activan al entrar el público en la habitación.

La finalidad de la instalación –que pretendo exponer en el edificio del futuro Museo de Arte Contemporáneo de El Valle, por el contraste que supondrían las paredes de obra con la limpieza de las cajas– es sorprender al espectador, comenta el artista, que también ha emprendido propuestas nuevas a raíz de su llegada a El Valle. Hablando con la gente del pueblo me di cuenta que sigue habiendo cierto machismo y estoy proyectando una escultura: un nido de testículos como falso símbolo de esa ideología. También he colaborado con otra alumna en una serie de collage de fotografías.

Además de todo eso, Carlos Montes está preparando con otra becaria un proyecto de corte más antropológico para valorar cómo ven los habitantes del municipio la creación de un museo de arte contemporáneo en El Valle o cuál es su concepción del arte y del trabajo que ellos hacen. Todo surgió a raíz del comentario de una mujer que prefería un museo etnológico sobre las costumbres tradicionales del lugar. Preguntando nos hemos dado cuenta que casi nadie sabe que van a abrir ese centro aquí.

Precisamente las relaciones con la gente del pueblo son una de las cuestiones más valoradas por los alumnos de Al Raso. El arte en la Facultad tiene unos procesos mucho más establecidos. Al llegar a Restábal te das cuenta que para la gente no significa lo mismo y pasas a verlo como un proceso creativo en el que vas trabajando día a día. Por eso, tanto Enrique del Castillo como yo hemos tratado de contextualizar la obra, cuenta Azorín.

Pero como entre cualquier grupo, las opiniones son muy dispares y las visiones de la forma en que interactúan sus miembros, muy subjetivas. Al principio parecía que teníamos concepciones más homogéneas del arte, pero luego, conforme vas hablando con la gente, te das cuenta de que no es así, asegura Montes. Sin embargo, para Eugenio Rivas, que se encuentra inmerso en la creación un molde de su cuerpo, todos comparten la misma concepción del arte: más como cuestionamiento que como expresión.

Juan Ruiz –cuya propuesta está dedicada al arte objetual, modificando elementos como sillones o botellas– comenta que en un grupo de doce personas la relación no es fluida de igual manera entre todos, y más en el mundo del arte, donde hay tantos egos.

Pero esas diferencias no influyen en el buen ambiente de trabajo. Los alumnos se hospedan y comen el mismo hostal y, aunque trabajan cada uno en su estudio, todos los locales están situados en la plaza del pueblo, convertida en un gran ágora de arte de vanguardia. Además, visitan constantemente los talleres de sus compañeros para ayudarse en sus respectivos trabajos e influirse mutuamente en esta experiencia que todos coinciden en afirmar que, en mayor o menor medida, les ha cambiado su forma de crear arte.

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