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«Esperar que reconozcan tu trabajo es vivir envenenado»

Esperar que reconozcan tu trabajo es vivir envenenado

El pasado 7 de noviembre se aprobaron unos nuevos estatutos para la Fundación Ayala. En este cambio de rumbo, la presencia de los dos secretarios pasa a un segundo plano. ¿Con escaso reconocimiento a su trabajo y su incondicional dedicación? Sánchez Trigueros se pronuncia con absoluta sinceridad: Es algo que ni me planteo. Siempre estaremos ahí, ahora y después del Centenario.

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MAGDA TRILLO
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GRANADA. Cuando publicó su Historia de la Literatura granadina allá por los años setenta, poca gente conocía la obra de Francisco Ayala y menos gente aún sabía entonces que aquel pensador y novelista que había vuelto del exilio era granadino. La profunda admiración de Antonio Sánchez Trigueros hacia el autor de Muertes de perro se ha traducido en las últimas décadas en una dedicación constante y fiel para recuperar la producción literaria y ensayística ayaliana, fomentar la investigación en su obra y contribuir a su difusión. Hace quince años, el trabajo de Sánchez Trigueros se unió al del profesor Manuel Ángel Vázquez Medel y, juntos, emprendieron –con infinitas dificultades, muchas dudas y escasos apoyos– lo que hoy es la Fundación Ayala. Los estatutos fundacionales se aprobaron en 1998 y, desde aquel momento, Sánchez Trigueros y Vázquez Medel han sido los referentes de la entidad cultural y los mayores valedores de la creación ayaliana.
–Hasta ahora, su nombre y el de Manuel Ángel Vázquez Medel han sido la imagen de la Fundación Ayala. ¿Cómo surge el proyecto que este año, en vísperas del Centenario del escritor, ha tomado fuerza y ha logrado reunir el respaldo unánime de todas las instituciones?

–El origen de esta cuestión está en el congreso que se organiza en Granada sobre Francisco Ayala teórico y crítico literario. Se celebró en 1991 y coincidió justamente con los días en que Francisco Ayala fue distinguido con el Premio Cervantes. En el simposio, que organizamos entre el profesor Antonio Chicharro y yo, reunimos a gran parte de los especialistas en teoría y crítica literaria de este país e invitamos al profesor Manuel Ángel Vázquez Medel, con el que ya teníamos una amistad de muchos años. A partir de ahí surgió la idea de crear unos núcleos de investigación sobre la obra de Francisco Ayala: su obra merecía la pena y nosotros teníamos que liderar un poco esa incitación al trabajo sobre la obra de Francisco Ayala; expandir el conocimiento sobre la obra de Ayala e incitar a los investigadores a que trabajasen en este campo.

–La idea de la Fundación exigía la implicación y el respaldo de las instituciones, aunque en aquellos años no parecía existir mucho interés por el proyecto…

–La actividad académica en todos estos años ha sido intensa tanto en Sevilla como en Granada: reuniones científicas, ciclos de conferencias, la puesta en marcha de los doctorados honoris causa… Cuando se fragua la idea de poner en marcha la Fundación, empezamos un largo camino para convencer a instituciones… En primer lugar fue la Universidad de Granada la que acogió la idea estando de rector el profesor Lorenzo Morillas y, desde Sevilla, Vázquez Medel se ocupó de intentar convencer a la Consejería de Cultura. Van entrando también otras universidades como la Universidad de Sevilla y la Internacional de Andalucía y, aquí, se hacen gestiones con otras instituciones pero, en principio, no se incorporan; ni la Diputación ni la Caja de Ahorros ni el Ayuntamiento. Dicen que tienen sus propias fundaciones e intereses y plantean que están dispuestos a ayudar para algunas actividades, pero no les interesa entrar en la Fundación.

–No obstante, en 1998 logran aprobar los estatutos de la Fundación y aportar cierta estabilidad y proyección al proyecto…

–En ese año conseguimos constituir legalmente la Fundación con la participación de dos instituciones: la Universidad de Granada y la Consejería de Cultura lideran el proyecto y se suman las universidades de Sevilla y la Internacional de Andalucía. Nosotros hacemos el reglamento y todo el trámite necesario para el funcionamiento de la Fundación. El propio Francisco Ayala designa personalmente a una serie de patronos: su hija Nina Ayala, la profesora Rosa Navarro y Vázquez Medel y yo –que también ejercemos como secretarios–.

–Aunque una cosa es constituirla oficialmente y otra lograr que empiece a funcionar.

–Desde el principio teníamos el problema de no contar con una persona que tuviese a su mando la dirección y gerencia de la Fundación, que llevara el día a día. Pero todo este proceso ha sido muy complicado: las instituciones no se entendían bien y no tenían claro cuál tenía que ser su papel en lo que se refiere a la financiación.

–En realidad, nunca ha habido unos presupuestos anuales que permitieran desarrollar un programa de actividades específico y afrontar proyectos de interés para la difusión de la obra ayaliana…

–La financiación unas veces funcionaba y otras veces no. Para cada proyecto había que pasar por taquilla. Nosotros todos los años presentábamos unos proyectos que difícilmente se podían llevar a cabo por tales dificultades. No obstante, se han organizado seis simposios entre Sevilla y Granada y, la mayor parte del gasto, ha sido sufragado por las universidades de Sevilla y Granada. Las ayudas de la Consejería de Cultura eran como un apoyo, pero había otros proyectos que no había posibilidad de abordarlos como eran ediciones referidas a Ayala, proyectos sobre Ayala en televisión…

–Aun así, la actividad científica y académica en torno al escritor ha sido bastante intensa en estos años…

–En este sentido, creo que hemos logrado funcionar bastante bien. Con la organización de los simposios, nuestra presencia en foros para hablar de Ayala, la iniciativa de la exposición bibliográfica montada en Granada con fondos de la Universidad, los cursos en la Menéndez Pelayo o los últimos congresos sobre Ayala y América en Sevilla y Ayala y Cervantes aquí en Granada.

–¿El mayor problema era el juego institucional?

–Ciertamente, ha sido difícil encajar lo que ha sido la participación de las instituciones. En lo que se refiere a su implicación en la Fundación, han dependido de las personas que estaban al frente y, muchas veces, de sus ideas. Y, bueno, no era fácil el tema. Al final del gobierno tripartito ya se consiguió cierto interés por parte del Ayuntamiento de Granada para implicarse en la Fundación y solicitar entrar en el patronato. Al final, ha sido Torres Hurtado quien ha concretado la presencia del gobierno municipal en el Patronato. En este año, ha sido muy importante la incorporación de la Diputación, porque su entrada se ha traducido también con la aportación de la figura del gerente. Además, se trata una persona adecuadísima de unas características inigualables, de lo mejor que nosotros podíamos pensar. La presencia de Rafael Juárez es una pieza fundamental para que la Fundación vaya hacia delante y, sobre todo, en el momento en que estamos con la inminente celebración del Centenario.

–Ahora…

–Se decide reorganizar la propuesta con esa mayor implicación de las instituciones y esperamos que eso continúe. Estamos seguro que mientras estén estas personas la cosa va a ir bien. El problema de futuro es si las cosas van a seguir igual cuando cambien esas personas…

–En la reestructuración del patronato gestor, tanto su participación como la de Vázquez Medel queda reducida a su inclusión en el Consejo Asesor.

–Ahora se pensó dar un impulso y hacer una estructuración de los órganos de la Fundación. El patronato estará formado sólo por las instituciones patrocinadoras –las universidades, el Ayuntamiento, la Diputación y la Consejería de Cultura– y, efectivamente, hay una paradoja… Bueno, en el mundo en el que nos movemos, siempre estamos rodeados de paradojas. En este caso no podemos dejar de señalarlo el profesor Vázquez Medel y yo. Y es que nosotros hicimos estos estatutos para se aprobaran y ahora no se ha contado con nosotros en absoluto para la reforma; se nos han presentado ya como hechos. Bueno, nos parece muy bien. Pensamos que todo va a ir a mejor y, perfecto. Pero es algo que no podemos dejar de señalar.

–Y su participación tampoco se respeta en esta estructuración…

–Es otra paradoja: del conjunto de miembros del Patronato, hay que decirlo porque es así, los que han funcionado en estos años han sido los dos secretarios. Somos los que hemos ido llevando, con toda la dificultad del mundo, la actividad académica y la actividad propia referida a la obra de Don Francisco. Y, justamente, las instituciones son las que han tenido más dificultades para funcionar. Ahora son precisamente ellos los que se quedan como patronos y nosotros pasamos a ser del Consejo Asesor. Bien, no pasa nada.

–¿Sienten que no se ha reconocido la labor que han realizado durante todos estos años?

–Vázquez Medel y yo lo tenemos muy claro: nosotros estábamos ahí para impulsar el conocimiento de Francisco Ayala y la investigación y lectura de su obra. Y estamos en el Patronato porque él quiso, por su propia designación. Que ahora estamos en otro sitio por su voluntad.. Nosotros lo hemos puesto todo en sus manos y, por lo tanto, nada de lo que plantee lo vamos a discutir. No hay ningún problema sobre nuestra implicación en la Fundación. Estaremos para lo que haga falta.

–La primera conclusión que podría extraerse de todo este proceso es que se ha acelerado todo de cara al Centenario. Que existe cierto oportunismo.

–Ahora van a salir ayalianos de debajo de las piedras.. Pero a nosotros nos parece muy bien porque, al fin y al cabo, va en beneficio de Francisco Ayala: se conocerá más su obra, habrá más conciencia, más lectores… Unos se quedarán enganchados y otros pasarán por encima ofreciendo algo en el momento y ya está. Pero eso, en principio, va en beneficio de Don Francisco y es de lo que se trata. El centenario está ahí, en efecto, y hay que hacer el gran esfuerzo que debe hacer la Comisión Nacional que parece que existe y la propia Fundación. Aunque lo que a nosotros nos preocupa es seguir con el tema… Cuando pase el Centenario, qué pasará… Ahí está la Fundación, ahí está la figura de la gerencia y ahí estaremos los que queramos seguir implicados y mantener el fuego de interés sobre la obra de Francisco Ayala.

–¿Pero no advierten, entonces, cierta falta de reconocimiento al trabajo realizado hasta ahora?

–Yo eso no me lo planteo, porque si yo me lo planteara estaría envenenado con todo lo que he hecho en mi vida. Nunca me planteo el reconocimiento. Yo hago el trabajo que tengo que hacer en ese momento determinado sabiendo que no habrá un reconocimiento porque, a lo mejor, es que no tiene ni por qué haberlo. Normalmente los reconocimientos vienen a las personas que menos han hecho. Esa es mi experiencia. El agradecimiento no se lo debe uno ni esperar, porque si no se envenena uno. Hay que mirar siempre hacia delante, nunca hacia atrás.

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