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Urara Hirai, veneración nipona por los versos de Lorca y Martí­n Vivaldi

Urara Hirai, veneración nipona por los versos de Lorca y Martí­n Vivaldi.

GRANADA. Su español le debe a Federico Garcí­a Lorca el misterio y lo universal de su simbologí­a. A Elena Martí­n Vivaldi, la claridad. La japonesa Urara Hirai llegó a Granada, procedente de Kagawa, un dí­a de 1986, cincuenta años después de morir Lorca. Ahora, su vida gira en torno al Diván del Tamarit, que estudia, relee y traduce para la tesis doctoral que está preparando sobre el poeta de Fuente Vaqueros en la ciudad que lo vio nacer. Su objetivo es publicar en su Japón natal una edición bilingí¼e de la obra que más le apasiona comentada y con notas. Algo que nunca se ha hecho. Ella lo lleva haciendo desde hace diez años, cuando quedó impresionada por su oscuridad y su misterio.

Desde que llegó a Granada, Lorca y Elena Martí­n Vivaldi se han convertido en las grandes influencias de esta escritora. Me encanta Lorca, pero mis poemas tendrí­an más parecido con la claridad de Elena. Escribo poesí­a muy japonesa, lí­rica, pero muy clara y triste, sobre el sentimiento de la vida. Entre su obra destaca una poesí­a japonesa que dedicó a Granada y que precisamente llamó así­.

Profesora de español en varias universidades de Japón -entre ellas la Universidad de Waseda (en Tokio), una de las más prestigiosas- Urara se pasea por la Facultad de Filosofí­a y Letras granadina cargada de libros y papeles lorquianos, enfrascada en una tesis dirigida por Antonio Chicharro Chamorro, catedrático de Teorí­a de la Literatura, y Alicia Relinque, profesora de Literatura China: un amplio estudio que comienza abordando la cultura japonesa y española y su relación para pasar a profundizar en la única figura de Lorca. En su recepción en Japón. En su valoración. El resultado, el Diván del Tamarit en japonés, que cree que verá la luz antes de Navidad, gracias al apoyo de la embajada española y de una editorial japonesa.

Enredada en un trabajo que considera como un hijo y a quien ya tiene ganas de verle la cara, Urara explica que su pasión por la poesí­a de Federico pertenece al subconsciente. Miles de personas tienen en común lo que traspasa el nivel de la conciencia. Da igual de donde seas para sentir lo que se quiere decir con determinada palabra. Japoneses y españoles pueden, por ello, sentirse igualmente emocionados con las rimas del Lorca misterioso del Diván. Por eso lo ha escogido. La prueba, los cientos de alumnos que asisten a sus clases de literatura española en las universidades de Tokio. Ha habido semanas a lo largo de las que han pasado por las aulas unos quinientos alumnos con el mismo interés. La diferencia de escritura entre japoneses y españoles es evidente, recalca la poeta, pero hay parecidos evidentes en los sentimientos y lo emocional. Mucha gente quiere oí­r la música de aquí­, el idioma…

Urara, también poeta, entiende bien el misterio. Cuando llegó a estudiar a Granada, sin tener absolutamente ni idea de español y encontrarse con tremendo choque de culturas buscaba refugio en el Monasterio de San Jerónimo, que visitaba dí­a tras dí­a, y donde aprendió español con la lectura de los salmos. En esos tiempos, leí­a a Garcí­a Lorca cuando aún no lo entendí­a y se dedicaba, con sus libros bajo el brazo, a andar todos los caminos que él habí­a andado antes. Fotografiaba esos lugares y enviaba sus artí­culos a multitud de periódicos japoneses. Después de las novedades, llegaron los muchos amigos que la han ayudado a reforzar su amor por todo lo que tiene que ver con Granada. No sólo Lorca o Martí­n Vivaldi. Pero sobre todo, ellos dos.

Los japoneses tenemos mucha sensibilidad para la comprensión. Allí­ tenemos los haikus. Urara Hirai recuerda que un muy amigo de Federico estuvo once años dando clases en Japón y le hablaba cuando volví­a de los poemas cortos que se escribí­an allí­… Urara Hirai ve, sin duda, en algunas poesí­as de Garcí­a Lorca influencia de los haikus.

Con Elena coincidió más tarde. Para un trabajo en la facultad granadina eligió siete poemas de la escritora de quien se cumple el centenario para analizarlos. Entre ellos, Tulipán amarillo en jarrón japonés, Narcisos o Primavera. Sin embargo, y a pesar de haberla estudiado menos, Urara piensa que su obra guarda más parecido con el de la poeta granadina.

Urara Hirai es la autora de la traducción del poema de Elena Martí­n Vivaldi que aparece en la página 10.
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