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Lectura para los más pequeños

UN ESTUDIO PONE COMO EJEMPLO LOS CUENTOS DE VALERA

Lectura para los más pequeños
16/2/2004

El estudio ha sido publicado por la Universidad de Granada y el Instituto Andaluz de la Mujer. (GD)

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La literatura específica que gusta y que leen los niños y jóvenes no siempre tiene que ser aquella que se escribe destinada a ese público determinado, según María Remedios Sánchez García, quien en su estudio “El caballero de Azor, de Juan Valera, modelo válido de literatura juvenil”, hace un recorrido por este relato como ejemplo de literatura para jóvenes.

La autora del estudio, María Remedios Sánchez, asegura que “en los siglos XVIII y XIX la finalidad es fundamentalmente didáctica y moralizante para instruir a un público en proceso de alfabetización.” Para María Remedios Sánchez, en este momento existe una literatura infantil escrita expresamente para este sector, pero no todo lo que leen los niños ni los adolescentes tiene por qué haber sido escrito específicamente para ellos.

María Remedios Sánchez analiza, en esta investigación (publicada en la revista de estudios filológicos Elvira, edita por la Facultad de Letras de la Universidad de Granada y el Instituto de la Mujer), uno de los cuentos de Juan Valera (1824-1905), El caballero del azor partiendo de qué se entiende en la actualidad por literatura juvenil, que es un concepto distinto al de siglo XIX, y pretende demostrar que este texto es un modelo válido –actual- de ese tipo de literatura.

“El caballero del azor” narra acontecimientos determinantes de la juventud de Plácido, un muchacho que se está educando con otros jóvenes de alta alcurnia nobiliaria en una abadía benedictina, y que se caracteriza por su bondad y su paciencia. El concepto de literatura juvenil –según María Remedios Sánchez– empieza a funcionar como tal a partir del siglo XVIII y toma forma definitiva en el XIX, con los procesos de alfabetización que se inician en este momento histórico, pero con un sentido diferente al que se tiene en la actualidad.

María Remedios Sánchez cita a María Isabel Borda Crespo, que apuntaba: “En un principio estos libros se entendieron como un instrumento educativo, pero el enorme consumo infantil de colecciones populares de novelas, leyendas y cuentos para todos los públicos, hizo que empezaran a editarse libros pensados para su ocio y entretenimiento, aunque la función moral tuviese en ellos un papel esencial.”

Por Gd

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