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El otro dragado del río

Este verano la limpieza anual del fondo del Guadalquivir (dragado de mantenimiento) va a ser clave para los científicos que deben decidir sobre el polémico dragado para ganarle dos metros de profundidad al canal de navegación. Los datos que recojan en esta campaña y en 2012 son esenciales para comparar lo que sucede a pequeña escala en la flora y fauna del río cuando se mueven gran cantidad de lodos, ya que el proyecto de profundizar el canal de navegación supone extraer cinco veces más volumen de sedimentos del fondo.

El fin del dragado de mantenimiento es mantener la profundidad mínima (calado nominal) que debe tener el estuario para seguir siendo navegable: desde la desembocadura gaditana a la nueva esclusa de Sevilla.

Los científicos del CSIC que analizarán los datos son los mismos que han detectado el pésimo estado del río y la necesidad de tomar medidas urgentes antes de acometer el dragado polémico. Miguel Losada (de la Universidad de Granada y el Centro Andaluz de Medio Ambiente, en Granada) y Javier Ruiz (del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía, en Cádiz) analizarán a conciencia todo el proceso para ver cómo afecta al ecosistema del estuario la extracción de estos sedimentos.

Se acomete de julio a octubre. El Puerto de Sevilla lo hace todos los años, sobre todo los lluviosos con el fin de eliminar la capa de 30 a 40 centímetros de lodos y sedimentos que suele acumularse en el fondo.

Esta obra nada tiene que ver con el polémico dragado de profundización que rechaza la plataforma de ecologistas donde también están algunos municipios de la Marisma y un sector de los arroceros, contrarios a ampliar dos metros más (de los 6 metros actuales a los 8) la profundidad del canal de navegación del Guadalquivir.

Según el director del Puerto de Sevilla, Fausto Arroyo, con el dragado de mantenimiento se extraen de 500.000 a 2 millones de metros cúbicos de lodos del fondo del río, equivalentes a menos del 1% del volumen de sedimentos en suspensión que se mueven por el Guadalquivir desde su nacimiento, en Jaén, hasta la desembocadura gaditana. Eso es nada, comparado con los 9 a 10 millones de metros cúbicos que mueve el dragado de profundización.

A más lluvias más volumen de lodos acumulados. No se draga los demás meses para respetar la época de alevines y evitar la temporada de precipitaciones desde el invierno a la primavera.

Según el Puerto, «nunca se tocan las zonas consolidadas del río, sólo lo sedimentado. Es como una limpieza general, limar los salientes del lecho. Evita los desbordamientos y que el fondo se colmate». Arroyo relata que el río siempre tiende a sedimentarse en los mismos sitios, sobre todo en los 10 a 20 kilómetros que van desde Isla Mayor a la desembocadura, coincidiendo con las curvas más pronunciadas del río. Hay 90 kilómetros navegables hasta la esclusa.

Por eso son tres puntos, según Arroyo, los que suelen limpiarse cada año: de Salinas a Punta del Malandar (enfrente Doñana, donde más depósitos se acumulan), y ya en Sevilla de El Puntal a La Esparraguera y en Tarfia. Los tramos de Coria del Río, Puebla del Río y la entrada a la nueva esclusa de Sevilla también requieren una atención especial, según los expertos.

Lo que permanece intocable y no se limpia, por no ser navegable, es el fondo que va desde Sevilla hasta la presa de Alcalá del Río, pese a la cantidad de lodos que aporta este embalse.

El coste de la limpieza no es desdeñable. Según el Puerto de Sevilla, el dragado de mantenimiento anual cuesta de 1 a 4 millones de euros, más caro cuanto más lluvioso sea el año. La operación requiere un presupuesto alto, aunque más reducido que los 40 millones de euros que se calcula costará ganarle dos metros al fondo.

El procedimiento del dragado de mantenimiento comienza con una batimetría, algo parecido a una imagen en 3D de las profundidades del río procesada por ordenador. Un mapa que representa la forma del fondo en el agua. Funciona de forma similar a un radar que emite ondas y mide la reflexión. Antes de que los barcos-draga intervengan, los técnicos obtienen esa imagen en 3D del lecho del río para saber dónde se localizan las mayores puntas de sedimentos que sobresalen y alteran el calado nominal.

La Autoridad Portuaria asegura que anualmente la batimetría suele detectar una mayor concentración de sedimentos en los tres puntos citados, que coinciden con los tramos más curvos .

La técnica para dragar es diversa. Se utilizan barcos-draga que succionan los lodos si abundan los fangos o bien lo cortan (como tuneladoras) si tienen una consistencia más dura, de arcilla. El material recogido se reutiliza siempre tras estrictos controles y análisis químicos, aunque el Puerto sostiene que todos los sedimentos que se retiran son «limpios» (de categoría 1). Se destina a relleno de tierras de cultivo o playas, a rebajar el nivel de sal a los cultivos de los arroceros, y para construcción. Extraer lodos de la cabecera del río daría un material más fértil.

El origen de los lodos que se acumulan en el río y se limpian cada año es variado. Se originan en su mayor parte por el desembalse de agua de los pantanos y por la erosión de las márgenes. Según los expertos, otros sedimentos son arrastrados por los ríos y arroyos que desaguan en el estuario, aunque algunos de ellos también están represados. En condiciones de temporal en el mar entra arena y lodo desde el mar por la desembocadura.

Los expertos aseguran que el Puerto tendría que limpiar prácticamente todo el canal de navegación en los tramos más cercanos a Sevilla «varias veces al año, con diferentes volúmenes», Coria y Puebla del Río y la entrada a la esclusa; en la zona de curvas Esparraguera, Cepillos y en la desembocadura (dependiendo de los años), donde hay más dificultades.

Las avenidas de agua dragan el cauce de forma natural en los inviernos más lluviosos, pero no siempre retiran sedimentos en las zonas donde se necesita para la navegación.

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