Se considera que la fotodepilación está entre los mejores procedimientos para eliminar el vello corporal. El uso de láseres de luz pulsada intensa (LPI), que miniaturizan los capilares y retrasan su crecimiento pero no los eliminan de forma permanente, es un método seguro, rápido y sin efectos secundarios de importancia, que se pueden tratar con productos hidratantes. Eso sí, hay que ponerse en manos de un profesional sanitario.
El verano llega y mujeres (y cada vez más hombres) quieren lucir su epidermis impoluta de vello bajo el sol. Dentro de este contexto, de un tiempo a esta parte la depilación láser y la fotodepilación han ido ganando gran popularidad ante otros métodos de rasuración corporal.
A pesar de ser confundidas, fotodepilación y depilación mediante láser no son la misma cosa. «La fotodepilación es la depilación por luz y puede ser fotodepilación por láser o por láseres de luz pulsada intensa (LPI)», comenta Juan Ruiz Alconero, director médico de Corporación Capilar. «En realidad, la láser es un haz de luz en una longitud de onda determinada que depende del material del que esté hecho. Por otro lado, la fotodepilación consiste en luz incoherente que sirve para quemar todo tipo de folículos, que se controla mediante filtros para obtener la potencia deseada».
Los especialistas además quieren matar el mito de la depilación definitiva. «No existe», niega Julián Conejo-Mir, presidente de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), «es mentira que se elimine el vello de la piel; lo que se hace es miniaturizarlo». A partir de ahí, como dice Conejo-Mir, sólo hay que hacerse unos «retoquitos» una vez al año.
Antes de someterse a una terapia de láser o luz pulsada, es necesario que el paciente tenga en cuenta la prevención de no tomar sol durante el mes anterior. La piel debe estar lo más blanca posible y también se recomienda que el interesado no se someta a ninguna depilación previa durante un mes, excepto con crema o cuchilla. «Es imprescindible que la epidermis no esté bronceada -aclara Mª Teresa Gutiérrez Salmerón, profesora de Dermatología de la Universidad de Granada- para que la melanina de la piel no absorba energía láser, en cuyo caso se producirían quemaduras, en ocasiones importantes.»
ENFERMEDADES NO HABITUALES
Entonces, ¿puede el uso del láser derivar en enfermedades cutáneas? No es lo habitual. «Los láseres de depilación y los IPL afectan poco a la piel, ya que su longitud de onda no les permite penetrar mucho en ella», comenta Ruíz, «aunque para ello debe estar en las manos adecuadas».
Para Cristina Tiemblo, vocal nacional de Dermofarmacia, «lo más atractivo de la depilación con láser es que después de la misma la piel necesita pocos cuidados». Como mucho, «el área tratada puede estar un poco enrojecida y algo molesta, sensación similar a una leve quemadura solar», añade.
Inmediatamente después del proceso, lo que sí se recomienda es la utilización de aloe vera por su efecto refrescante y cicatrizante. «Es muy necesaria una continua y correcta hidratación de la piel», sigue. Asimismo, hay que tener en cuenta que los fármacos o substancias fotosensibilizantes pueden interaccionar con el tratamiento, tanto por vía oral como por vía tópica.
PELIGRO: CREMAS ANESTÉSICAS
Por otro lado, también es común que se receten cremas anestésicas. Sólo hay dos en el mercado, Emla (lidocaina más prilocaína) y Lambdalina (lidocaína), «que en principio sólo deberían dispensarse bajo prescripción médica, ya que sí pueden presentar efectos secundarios, además de los típicos de cualquier crema (enrojecimientos, etc.)», informa Petra Vega, secretaria de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME).
«Puede haber una absorción exagerada de lidocaína por que se utilice en zonas muy grandes (depilación) o porque la piel esté dañada, en cuyo caso podrían aparecer arritmias o alteraciones de la conducción cardíaca», continúa.
Particularmente, a la crema Emla hay que prestarle especial atención: además de por llevar prilocaina, está contraindicada en personas que presenten deficiencia de G6PDH o metahemoglobulinemia, o si se asocia con sulfamidas. «Por eso desde la Seme estamos reclamando a la Administración un mayor control de la dispensación».