Fernando Martínez, uno de sus responsables, recuerda que el pilotaje arrojó un ahorro de hasta 360 euros por paciente y año y explica que trabaja en la segunda y definitiva fase, que espera enrolar a 300 farmacias en otoño.
El programa conSigue, dirigido a evaluar el impacto de hacer seguimiento farmacoterapéutico (SFT) a pacientes polimedicados y su posterior implantación en las farmacias, es una apuesta clave para impulsar el SFT. Así opinan los impulsores del proyecto, del Grupo de AF de la Universidad de Granada, y que cuenta con el apoyo del Consejo General de COF, el Ministerio de Sanidad, CF y varias universidades.
Fernando Martínez, del citado grupo, defendió el programa en el undécimo Simpodader, celebrado la semana pasada en Santander. Se apoyó en los buenos resultados del pilotaje ya realizado en Cádiz y explicó que trabaja en la puesta en marcha de la segunda fase el próximo otoño.
Indicó que «esta segunda fase persigue la implantación definitiva del SFT en España» y espera contar con la participación de 300 farmacias, 150 en el grupo comparación y 150 en el grupo intervención. En principio, lo previsto es realizarla en boticas de Guipúzcoa, Cádiz y Canarias.
«Se pretende extrapolar los resultados obtenidos, y este número de farmacias es estadísticamente significativo para conseguirlo», dijo. Prevé contar con el apoyo de tres Universidades más: País Vasco, La Laguna (Tenerife) y Las Palmas, que se unirían a las ya anunciadas en junio por CF, de Granada, Valencia, Santiago, Zaragoza y Madrid.
360 EUROS DE AHORRO
Martínez recordó algunos de los datos obtenidos en el piloto, que apuntaban un ahorro de hasta 360 euros por paciente y año, y añadió varios relacionados con la calidad de vida de los pacientes. Y es que, según indicó, «además de reducir la medicación de la mayoría de los sujetos en SFT, la intervención del farmacéutico reducía sus problemas de salud». De 6,1 problemas por paciente, en un mes de intervención se pasó a 5,9. «Aunque no es un dato elevado, hay que señalar que el tiempo de intervención es de sólo un mes».
Carla Castrillón, farmacéutica de Guipúzcoa, contó su experiencia: «La mejora de la calidad de vida es más que evidente, y su satisfacción». «La implantación del servicio es un éxito»: pasaron de captar 10 pacientes al mes a una demanda masiva en 4 meses.
«La satisfacción es tan alta que los pacientes hablan del SFT y la gente termina demandándolo». Por tanto, señaló, «esta experiencia evidencia que, aunque en el corto plazo la realización del SFT puede suponer un gasto, la realidad es que se trata de un servicio que fideliza al paciente, que lo prueba, le satisface y lo hace visible al resto de la población». Además, «la mayoría considera que debería formar parte de la Seguridad Social o, en su defecto, ser remunerado».