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El déficit de magnesio, un riesgo más del uso extensivo de ‘prazoles’

España se encuentra a la cabeza de Europa en el consumo de estos fármacos, según los expertos, porque se ha banalizado su uso como ‘protectores gástricos’ y se utilizan fuera de indicación

El consumo prolongado de inhibidores de la bomba de protones (IBP) podría provocar hipomagnesemia, que a su vez se asocia a un riesgo incrementado de arritmias, según una alerta de la agencia estadounidense FDA. Este efecto indeseado se sumaría a otros descritos en la literatura científica, como el riesgo de osteoporosis, interacciones (la más conocida, la de omeprazol y esomeprazol con clopidogrel) y aumento de procesos infecciosos. En España, que se encuentra a la cabeza de Europa en consumo de estos fármacos, los expertos advierten de que es el momento de fomentar un uso más «responsable», también desde la farmacia.

Los datos de IMS referentes a las ventas de mayoristas a farmacias no dejan lugar a dudas: España, con 46 millones de habitantes, acapara el 13,3 por ciento de este mercado. La segunda posición sólo después de Alemania, con una población de unos 82 millones. Además, el Estudio de utilización de antiulcerosos en España (2000-2008), del Ministerio de Sanidad, muestra que el uso de estos fármacos creció un 200,8 por ciento en este periodo. Del total de antiulcerosos, más del 96 por ciento corresponde a los IBP.

BANALIZACIÓN Y ABUSO
Este amplio consumo se explica por su «banalización» y su uso fuera de las indicaciones establecidas como «protector gástrico», denuncian Vicente Baos, coordinador del Grupo de Utilización de Fármacos de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc), y Arantza Viamonte, del Centro de Información de Medicamentos del Colegio de Farmacéuticos de Navarra. Según Viamonte, 85 personas de cada 1.000 toman un IBP a diario en España, frente a 27 en Italia o 30 en Noruega, y no cabe duda de que «la automedicación irresponsable con los IBP es elevada».

En concreto, donde más errores de utilización se han detectado sería en la prevención de gastropatías por AINE, destaca Juan Duarte, catedrático de Farmacología de la Universidad de Granada. Y recuerda que el potencial gastrolesivo del ibuprofeno, el analgésico más utilizado de su clase, es muy inferior al de piroxicam e indometacina.

Por tanto, la exposición de los españoles a los posibles efectos indeseados de la familia del omeprazol sería mucho mayor.

En cuanto a la hipomagnesemia, la FDA señala que este efecto adverso se ha observado en general en consumos superiores al año, aunque a partir de los tres meses habría riesgo. En una cuarta parte de los casos, la suplementación con magnesio fue ineficaz y hubo que suspender el IBP.

Los expertos consultados por CF coinciden en destacar la importancia de prestar especial atención al riesgo incrementado de arritmias secundario al déficit de magnesio en los pacientes en tratamiento con diuréticos para la hipertensión arterial o digoxina para el síndrome coronario agudo. «Se debería tener más cuidado con estos grupos de riesgo y tal vez en los que esté indicado el tratamiento prolongado, realizar controles de magnesio», apunta el farmacólogo Ignacio Lizasoain, de la Universidad Complutense de Madrid. Los bajos índices de magnesio se asocian asimismo con tetania y convulsiones.

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