La costumbre del canto junto a una reja, o debajo de un balcón no se reducía a declarar veladamente –asegura el profesor de la Universidad de Granada Agustín de la Granja–, mediante la música, dulces pasiones amorosas. Agustín de la Granja, en su ensayo “Ronda y galanteo en la España del Siglo de Oro” que se publica en el libro “Ronda, cortejo y galanteo en el teatro español del Siglo de Oro”, que edita la Universidad de Granada, afirma que con frecuencia en estos cantos también se entonaban romances contra ciertos poetas, o “sobre el poder abusivo y poco escrupuloso de algún noble, en el terreno amoroso; como el Duque de Arjona, referido –no sin cierta prevención por Cristóbal Lozano—quien escribía:
Con la juventud lozana, con el poder y la soberanía, no hay duda sino que el Duque se divirtió en algunos galanteos y se deslizó en muchas mocedades, si es que hemos de dar crédito a las canciones antiguas que se compusieron y cantaron entonces, y que de padres a hijos se conservan todavía en las memorias. De ella es aquel romance: ´De vos el Duque de Arjona / grandes querellas nos dan / de que forzáis las mujeres /casadas y por casar´”
Antes de 1539, dice el profesor Agustín de la Granja, “Fray Antonio de Guevara asegura que ´si el aldea es algo pequeña, no sólo se puede ir por ella paseando, mas aun cantando´, aunque a veces lo que escuchaba no debía ser muy de su agrado, pues censura a los estudiantes precisamente por dedicar demasiado tiempo a ´dezir malicias y hazer coplas y farsas´.
Según Agustín de la Granja, “tanto la ronda como el galanteo son consecuencias o efectos de una forma especial de comportamiento amoroso muy arraigado en la sociedad española del Siglo de Oro. Hoy día no es frecuente la ronda; podemos decir que es un hábito casi desaparecido. Del galanteo queda bien poco si se considera el arte, la paciencia, la dedicación y el empeño que en esa actividad pusieron los españoles de entonces.”
Para el profesor de la Universidad de Granada, a estos modos de amar tan exquisitos, cabe también añadir esas formas de obligada cortesía “que inducían a unos comportamientos llenos de teatralidad y parsimonia en el modo de saludarse.”
En lo que al teatro respecta, afirma Agustín de la Granja, como espejo que era de la vida humana, no podía ser menos, y eran numerosas las comedias que incluían alguna escena de ronda o matracal nocturna. Así, José Luis Alonso Hernández, a quien cita Agustín de la Granja, se refiere a “El rufián dichoso” de Cervantes y señala: `Lugo, queriendo dar una serenata a cierta cortesana (entiéndase “prostituta”) y anima a los músicos que lo acompañan para que toquen la melodía de una jácara, mientras él se prepara para cantarla´.
Para más información: Prof. Agustín de la Granja López
Departamento de Literatura Española.
Tfn: 958 243600.
Correo e.: agranja@ugr.es