La profesora Carmen Lizárraga afirma que no existe un entramado global de relaciones económicas entre las provincias andaluzas, sino una concentración de los vínculos entre determinados ámbitos, frente a la escasez de corrientes entre otros. Y se muestra convencida de que, por otra parte, “no se observa la tradicional división oriente-occidente, sino otra, basada en la mayor o menor proximidad geográfica”.
El objetivo de este libro editado por la Universidad de Granada es, según la autora, “dar respuesta a una doble pregunta: ¿existe realmente un espacio económico andaluz, diferenciable por sus características de otros espacios económicos y, en caso afirmativo, cómo ha ido configurándose éste a lo largo del tiempo?, y, por otra parte, ¿por qué continúan existiendo dentro de este espacio económico andaluz fuertes disparidades económicas, aún mayores que las que existen entre Andalucía y otras regiones españolas?”
El estudio analiza, pues, un conjunto de variables significativas y se construyen diversos indicadores estadísticos a fin de cuantificar la evolución del grado de integración dentro y fuera de Andalucía, como indicador del proceso de formación del espacio económico andaluz, y determinar qué aspectos han influido en la mayor o menor vinculación entre los distintos ámbitos espaciales andaluces. La elección de las variables analizadas se desprende de las propuestas metodológicas de Aydalot y Richardson sobre espacio económico y región nodal y de las aportaciones teóricas más relevantes en el campo de la integración y del crecimiento económico. En concreto, se estudian las infraestructuras de comunicaciones y transportes, los flujos comerciales y poblacionales, las disparidades de precios y salarios y la evolución de la estructura productiva para medir con todas ellas las principales disparidades económicas intra y extrarregionales y para deducir de ahí la evolución del grado de homogeneidad del espacio económico andaluz.
El libro se estructura en cuatro grandes capítulos. El primero, de carácter introductorio, recoge, en primer lugar, las principales aportaciones teóricas en el campo de la integración y el crecimiento económico y, a continuación, una apretada síntesis de lo ocurrido en Andalucía en el periodo 1812-1955. En los capítulos segundo y tercero, que se refieren ya sólo al periodo 1955-1997, tras superar la diversidad metodológica, la heterogeneidad y la discontinuidad temporal de las distintas fuentes estadísticas, se da forma a diversos indicadores de integración con base en las variables mencionadas.
El análisis recogido en los capítulos uno y dos permite constatar que durante la segunda mitad del siglo XX las disparidades en precios, salarios y producto per cápita en el interior de la región andaluza han tendido a reducirse, en términos generales. Esta tendencia no ha tenido un comportamiento regular entre 1955 y 1997. Hasta los años setenta no existió una pauta similar de reducción de disparidades en todas las variables, sin embargo, a partir de entonces se puede observar un período de fuerte reducción de las mismas en todos los casos, que finaliza en la segunda mitad de la década de los ochenta o primeros años de los noventa, momento en que el proceso de convergencia se ve frenado. “Tales hechos –afirma la autora– se han visto acompañados de un aumento, en términos absolutos, de las transacciones económicas intrarregionales y extrarregionales. Todo ello apunta a que ha aumentado el grado de integración del espacio económico andaluz, aunque el mayor nivel de integración no sólo puede explicarse a través del aumento de los vínculos intrarregionales.
Las transacciones económicas con el resto de España, la Unión Europea y el resto del mundo, es decir, el mayor grado de apertura con que cada vez cuenta la economía andaluza es uno de los elementos más importantes a tener en cuenta para interpretar tal hecho”.
En el capítulo final, el cuarto, se elaboran tres índices sintéticos ponderados “que permiten –dice Carmen Lizárraga—dar como modelo el análisis realizado a lo largo de los capítulos anteriores. Con el primero de ellos, mide el grado de integración económica de Andalucía en precios, salarios y producto per cápita. Con el segundo, basado en el comportamiento de los flujos comerciales y demográficos, consigue desvelar que, pese a las activas políticas autonómicas de los últimos veinte años, el ritmo de integración intrarregional es menor que el de Andalucía con respecto al conjunto nacional. Y con el tercero, se analiza la evolución del grado de movilidad económica entre las provincias andaluzas, al objeto de averiguar cuáles han mantenido tradicionalmente mayores relaciones económicas”.
Para más información: Carmen Lizarraga Mollinedo.
Departamento de Economía Aplicada
Universidad de Granada
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