Como homenaje y reconocimiento a Salvador Vila, profesor y arabista salmantino que fuera rector de la Universidad de Granada, acaba de editarse por esta institución académica, en facsímil, la obra “El renacimiento del Islam”, de Adan Mez, obra que fuera traducida por Salvador Vila y publicada en 1936 por las Escuelas de Estudios Árabes de Madrid y Granada. En “El renacimiento del Islam” el autor realiza un amplísimo recorrido por esta cultura, desde el imperio a los príncipes, la corte, los califas, el comercio, la navegación. La obra, de 650 páginas, se completa con prólogo a la edición alemana y advertencia del editor, así como un extenso y completo estudio preliminar de las profesoras Inmaculada Cortés Peña y Mercedes del Amo Hernández.
Nacido en Salamanca, el 2 de agosto de 1904, Salvador Vila era hijo de abogado, y cursó la enseñanza primaria, secundaria y primera etapa universitaria en la misma ciudad en la Facultad de Filosofía y Letras, donde fue discípulo predilecto de Miguel de Unamuno. Más tarde se trasladó a la Universidad Central de Madrid (hoy Complutense), donde profundizó en los estudios semíticos. En 1926 ocurrió un hecho que le marcó vitalmente, es decir, su deportación a las islas Chafarinas, junto con Luis Jiménez de Asúa, Francisco Cossio y Arturo Casanueva. También le influenció su estancia en Alemania, becado por la Universidad de Salamanca en la de Berlín, durante el curso 1928-29, lugar donde conoce a la que luego fuera su mujer, Gerda Leimdöfer. Fue un hombre de principios democráticos, republicanos y de izquierdas, aunque no tiene noticias de militancia política concreta. En defensa de estos principios fue muy activo incluso siendo aún estudiante.
Su estancia en Granada es la época de la vida de Salvador Vila menos documentada hasta ahora, por lo que el prólogo del libro está dedicado en su totalidad a estos escasos dos años. Sin embargo, poco se puede entender si no se tiene en cuenta la situación en que se encontraba el país en general y Granada en particular, pero las fuentes históricas que hacen referencia a los meses previos a la Guerra Civil en Granada apenas dedican unas líneas, cuando lo hacen, a la figura trágica del rector, que murió por comprometerse a serlo de verdad, en toda la amplitud de su compromiso. Salvador Vila llegó a Granada en enero de 1934, tras haberle sido otorgada la cátedra de Instituciones Islámicas, repleto de energía, compromiso e ilusiones, e inmediatamente se incorporó a la tarea docente e investigadora y a todas aquellas que quisieron encomendarle sus compañeros más antiguos que él, desplegando gran capacidad de trabajo y haciendo una rápida inmersión en la política universitaria. Por los datos con los que se cuenta, hasta el año 1936 su actividad tuvo lugar en el ámbito de la Facultad de Filosofía y Letras y fue sólo en 1936, tras su nombramiento como representante de ésta en la Junta de Gobierno de la Universidad, cuando accede al gobierno colegiado de la misma y adquiere una dimensión que le llevaría al rectorado. Si las circunstancias políticas fueron difíciles en los años 1934 y 1935, en 1936 la Universidad de Granada fue engullida por el torbellino que barría el país entero; y este fue el momento en el que el destino quiso que Vila se hiciera cargo de la misma. La orden emanada del Ministerio, anulando la convocatoria de los exámenes de junio como correctivo a las algaradas estudiantiles, no hizo más que caldear los ánimos, poniendo a los alumnos universitarios en contra del rector.
Sin embargo, no todo lo que subyace tras su muerte son causas académicas. Las divergencias ideológicas y actitudes irreconciliables en el seno del Claustro de profesores son muy anteriores a su nombramiento como rector y la implicación de muchos de ellos en la política nacional o municipal, hace pensar que las espadas se mantuvieron en alto muchas más veces de las que las actas transcriben. En cualquier caso, no queda ninguna duda de que su asesinato se enmarca en el mismo contexto que los de el resto de personalidades que tuvieron lugar en los primeros momentos de la contienda civil. Como ya señaló Ian Gibson, los fusilamiento de personajes importantes tuvieron en Granada, una de las capitales que primero cayeron en manos de los rebeldes, un fin aleccionador para aterrorizar y debilitar la defensa republicana en el resto de España. La muerte de García Lorca, conocido internacionalmente, del alcalde Montesinos, del rector, del vicerrector y de otros catedráticos de renombre también internacional, tuvieron ese objetivo.
De su memoria se había ocultado, tras la Guerra Civil, incluso su retrato en el lugar que le correspondía, en el Salón de Rectores del Hospital Real, sede del Rectorado de la Universidad de Granada, hasta que en el primer claustro democrático su figura, y su memoria, fueron reivindicadas por un grupo de profesores no numerarios. Con este libro se acerca a nuestros días la memoria ilustre de un ilustre pensador.
Para más información:
Mercedes del Amo Hernández. Departamento de Estudios Semíticos. Tlfn: 958 243575
Correo electrónico:mdelamo@platon.ugr.es
Inmaculada Cortés Peña.Departamento de Estudios Semíticos.Tlfn: 958 243582
Correo electrónico:icortes@platon.ugr.es