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El turismo rural, hacia el desarrollo de los valores y las identidades culturales

El turismo rural entendido como actividad económica, a diferencia de la típica vuelta de personas al medio rural en determinadas épocas del año, es un fenómeno muy reciente, según Carlos Antonio Albacete Sáez, profesor de Organización de Empresas de la Universidad de Granada, quien en su libro título “Calidad de servicio en los alojamientos rurales”, que acaba de editar la Editorial Universidad de Granada, asegura que esta actividad económica comienza a desarrollarse en España a mediados de la década de los ochenta, sien­do las regiones del norte las pioneras en desarrollar esta modalidad de turismo.

“Por el contrario –afirma el autor del libro- en determinados países de Europa, el turismo rural es un fenómeno económico de larga tradición. Así, en Francia, Austria e Inglaterra, esta actividad lleva consolidada más de cincuenta años, gene­rando un importante volumen de riqueza y empleo. Se calcula que aproxi­madamente el 25% de los europeos pasa sus vacaciones en el medio rural (Assam, 1993)”.

Para el profesor Carlos Antonio Albacete, la explicación del fuerte desarrollo en determinados países de Euro­pa y el retraso con que llega a España, la encontramos en el gran desa­rrollo que ha tenido el turismo de sol y playa en nuestro país, un producto que ha situado a España en líder mundial. Este liderazgo en sol y playa ha dado lugar a una dedicación prioritaria de las Administraciones Públi­cas hacia dicho producto, relegando a otras formas alternativas de turis­mo que, como el turismo rural, necesitan un fuerte apoyo de dichas Administraciones.

En el libro, en que se recogen desde los conceptos de turismo rural hasta el desarrollo desigual, por comunidades, en nuestro país, hasta la evaluación en la calidad del servicio o las características del sector, se señala que la falta de madurez del turismo rural junto a la enorme celeridad de su desarrollo ha provocado en España una implantación desigual entre las diferentes comunidades autónomas.

“Esto –dice Carlos Antonio Albacete, ha dado lugar a diferentes con­ceptualizaciones y tipologías a la hora de referirnos a los alojamientos rurales. Así pues hablamos de casas de aldea en Asturias, hospederías en Galicia o posadas en Castilla y León, para referirnos a alojamientos con características similares. Existe, pues, una falta de uniformidad si observamos otros sectores muy consolidados como es el de hoteles, hostales, restaurantes, etc.

Turista rural
La Junta de Andalucía, en su Decreto 2012002, de 29 de enero, define las casas rurales como aquellas que estén ubicadas en el medio rural y que ofrezcan un máximo de 20 plazas para el alojamiento de huéspedes. No son alojamientos en casas rurales los que se realicen en pisos, es decir, viviendas independientes de un edificio de varias plantas, que no estén ubicadas en una casa tradicional.

Según el profesor Carlos Antonio Albacete, turista rural es “el que se aloja tanto en el hábitat de la población agraria como en alojamientos de bajo impacto sobre el territorio (casas rurales, albergues rurales, hotelería familiar, camping, etc.), y que responde a motivaciones ligadas al goce de los valores más específicos del mundo rural: el contacto con la cultura rural, el conoci­miento de su patrimonio, la contemplación de la naturaleza y el paisaje, el disfrute del silencio y la tranquilidad, la recuperación física y espiri­tual, etc.»

Y, por el contrario, las actividades turísticas basadas en grandes villas turísticas, grandes hoteles, campos de golf o pistas de esquí encajan difí­cilmente en el concepto de turismo rural. La condición diferenciadora de la oferta turística en el turismo rural, es aquella que permite a los turistas un contacto personalizado, una inserción en el medio rural concreto con sus moradores, así como, dentro de lo posible, una participación en las tareas, costumbres y modos de vida de sus habitantes. La dimensión cultural y pedagógica de esta forma de ocio es muy apreciada; los estu­dios realizados al respecto muestran que la gran mayoría de los adeptos al turismo rural, provenientes, principalmente, de la clase media alta, apre­cian debidamente los valores y la identidad cultural local.

El autor del libro “Calidad de servicio en los alojamientos rurales” afirma que las ventajas que, a priori, presenta el turismo rural son: “posibilidad de desarrollar actividades al aire libre, la escasa contaminación, la reducida masificación, el contacto con la naturaleza, la posibilidad de practicar nuevas actividades culturales”.


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Referencia:
Profesor Carlos Antonio Albacete.
Departamento de Organización de Empresas. Universidad de Granada
Tfn: 958 242352.
Correo e.: calbacet@ugr.es