“Asistimos a una profunda crisis de identidad sobre el ser humano. Muchos piensan, incluso, que es la crisis más profunda por la que ha pasado el pensamiento antropológico de todos los tiempos, llegando hasta el límite de negar la razón de ser de la existencia humana como identidad sustantiva. El pluralismo antropológico en el que estamos -en su mayoría no superando la etapa empírica o sociológica del comportamiento humano- se cierra a toda posibilidad de reflexión metaempírica y metafísica que dé luz sobre el ser y aclare el sentido del hombre”.
Con estas palabras, el profesor de la Universidad de Granada Urbano Alonso del Campo comienza el discurso del libro “Antropologías en diálogo”, que acaba de editar la Universidad de Granada en su Biblioteca de Bolsillo.
Según el autor del volumen, “Antropologías en diálogo» no pretende ser un tratado de Antropología sistemática- ni en el orden físico, cultural, estructural o filosófico-, sino el planteamiento de cuestionamientos esenciales y referencias antropológicas concretas en algunos temas más específicos, que no olviden la dimensión y el sentido pleno del hombre”.
El problema del hombre, en el pensamiento contemporáneo, es de obligada referencia y objeto de análisis crítico ante las variadas y reiteradas persistencias y irracionalistas o de racionalismos desvitalizados que conducen a un proceso de deshumanización y, por ello a la pérdida de su unidad esencial olvidando la dimensión sentido. De ahí que sean ineludibles las grandes interrogantes sobre el hombre en toda preocupación antropológica, a pesar de que en algunos ha llegado a perderse el sentido por la pregunta sobre el hombre.
Por ello, asegura Urbano Alonso del Campo, “nuestra época está reclamando la presencia activa de pensadores con sentido crítico, la del pensador genuino, de decidida vocación y honestidad intelectual, apasionado por la búsqueda de la verdad, que ponga orden mental y claridad de juicio en una sociedad huérfana de ideales esperanzados y menesterosa de criterios humanizadores. Si una sociedad careciese de pensadores capaces, como decía Edgar Morin, de crear el propio pensamiento, de avivar la conciencia y estima de esta necesidad quedándose en lo meramente utilitario y pragmático, habría perdido su savia más vivificante y creadora. Sin desinteresados pensadores y profundos contemplativos, una sociedad esta abocada a la superficialidad e incluso a la muerte”.
En este libro, de casi 300 páginas y diez capítulos, se ofrecen análisis sociológicos y se replantea el sentido de la existencia humana desde la filosofía o la teología, respondiendo a diferentes postulados.

Referencia: Prof. Urbano Alonso del Campo.
Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico.
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