Las cofradías eran una importante célula social durante la Edad Moderna, según los profesores Inmaculada Arias de Saavedra Alías y Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz, autores del libro: “La represión de la religiosidad popular. Crítica y acción contra las cofradías en la España del siglo XVIII”, que acaba de publicar la Universidad de Granada en un volumen de 350 páginas. Para los autores de este ensayo, las cofradías pueden ser consideradas como “el cauce asociativo más generalizado durante toda la Edad Moderna. En efecto –dicen los profesores Inmaculada Arias de Saavedra y Miguel Luis López-Guadalupe–, no hubo ninguna otra asociación que rebasara en número ni implantación social a las cofradías”.
Nacidas en la Edad Media, las cofradías se multiplicaron por todas partes a partir del siglo XVI, no sólo por medio de nuevas fundaciones, sino también a través del reforzamiento de antiguas hermandades de origen medieval. Pero fue en la época barroca cuando se produjo una auténtica eclosión cofradiera en nuestro país, de modo que, en la primera mitad del siglo XVIII, las cofradías llegaron al máximo de implantación, hasta el punto de motivar una importante actuación gubernamental, por parte del Estado, con vistas a la reducción, en la década de los setenta del siglo XVIII, cuando ya eran más de 25.000 las cofradías que existían en nuestro país.
Afirman los autores del libro que “Las cofradías estaban sólidamente implantadas en todas las regiones españolas, tanto en el mundo urbano, como en el mundo rural. Y era entonces rara la persona adulta que no pertenecía al menos a una cofradía”.
Según los autores “el mundo de las cofradías se movía en el siglo XVIII en un ámbito ambiguo, no siempre fácil de precisar. Por un lado se trataba de asociaciones religiosas, pero por otro, salvo excepciones, estaban formadas mayoritariamente por laicos, por lo que permanecían un poco al margen de la estructura eclesiástica. Tampoco sus actividades eran sólo religiosas en sentido estricto; el quehacer de las cofradías se extendía al ámbito benéfico, al ocio, a la vida social, en suma. Por ello no es de extrañar que, aunque la jerarquía apreció la importancia del fenómeno y, en líneas generales, lo impulsó, mantuvo con las cofradías una cierta actitud de recelo y desconfianza”.
Para más información: Inmaculada Arias de Saavedra Alías. Dpto. Departamento de Historia Moderna y de América. Tfn:: 958 243657. Correo e. aarias@ugr.es
Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz. Dpto. de Historia Moderna y de América. Tfn: 958 243660. Correo e.: mllopez@ugr.es