El temor que impulsa a la fuga, y el temblor corporal bajo el efecto del miedo fueron descritos en el primer análisis fisiopatológico sobre la cobardía, que Homero pone en boca del cretense Idomeneo en el Canto XIII de la “Iliada”. Dice Idomeneo que el miedoso y el fuerte nunca se confunden, pues incluso antes de entrar en acción, el cuerpo de cada uno evidencia su naturaleza. Y abunda el personaje de Homero en que en el cobarde todo es movimiento y agitación: “su piel muda de un tono a otro del verde, no deja de temblar, se balancea de un pie a otro, se le doblan las rodillas, el corazón le golpea en el pecho y el crujen los dientes.” El buen guerrero, sin embargo, permanece impasible tanto de cuerpo como de espíritu, “aguardando con ansia el contacto cuerpo a cuerpo con el enemigo, como si se tratara de un encuentro amoroso.”
La profesora Minerva Alganza Roldán, del departamento de Filología griega de la Universidad de Granada, afirma en su trabajo que todos los héroes sienten miedo alguna vez y, en gran medida, superarlo constituye la prueba de fuego de los personajes de la epopeya: “Entre todos los príncipes de la “Iliada”, sin duda Alejandro-Paris constituye la más cabal encarnación del cobarde, el individuo antisocial por antonomasia, como pone de relieve la escena de su duelo con Melenao quien al divisar a su adversario en la primera fila del ejército aqueo, Alejandro se espanta y retrocede, pálido y tembloroso, hasta ocultarse y confundirse en la masa de los troyanos.”
Para la profesora de la Universidad de Granada no es baladí el hecho de que “esta disección de la patología del miedo del guerrero coincida, casi punto por punto por la efectuada por Safo, en la celebérrima e imitada Oda V, de las manifestaciones fisiológicas de la pasión amorosa y de los celos. En efecto, cuando contempla la amorosa intimidad de la muchacha adorada y su esposo semejante a un dios, el epíteto homérico de Paris, a Safo se le estremece el corazón, pierde la vista, se le traba la lengua, le zumban los oídos, suda, tiembla, y su piel palidece, hasta tornarse más verde que la hierba.”
Así, la profesora Minerva Alganza Roldán, describe desde la epopeya hasta los cambios sociales y políticos que originan las transformaciones… inclusive, claro está, los distintos conceptos de cobarde y cobardías. Patriota y patriotismo: “Se fue abriendo paso –asegura– un nuevo mundo de fronteras difuminadas, donde el patriotismo cayó en desuso para devenir, en ocasiones, costumbre atávica o curiosidad pintoresca. La palabra política se refugió en las escuelas de retórica y en el campo de batalla soldados de etnias y lenguas distintas combatían y morían a cambio de un sueldo. Inmerso en este mundo cambiante –continúa Minerva Alganza– algunos hombres instruidos reflexionaban sobre el destino y la felicidad de individuos y pueblos, e hicieron de la tranquilidad un ideal de vida. Eran imperturbables y ociosos, y se les llamaba sabios.”
Referencia: Profesora Minerva Alganza Roldán
Dpto: Filología Griega.
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