Inicio / Historico

Expertos discrepan sobre la eficiencia y los beneficios medioambientales de los biocombustibles

El proceso para obtener los biocombustibles emite CO2, además de provocar desforestación en los bosques tropicales y pérdida de biodiversidad, al destinarse grandes superficies de terreno a la producción de cultivos energéticos. Cada vez más expertos sostienen estas aseveraciones que evidencian la cara más oscura de carburantes procedentes de biomasa. El profesor del departamento de Botánica de la Universidad de Granada José Luis Rosúa Campos relativizará la eficiencia y el impacto medioambiental de los biocombustibles en una ponencia, dentro del curso del Centro Mediterráneo de la UGR ‘Energía, Medio Ambiente y Seguridad: Análisis y perspectivas’, que se celebra mañana en Granada.

Según el experto, el balance energético de la producción de estos combustibles, es decir, la relación entre la energía producida por el carburante y la energía necesaria para obtenerlo, ronda el 1%. Esta cifra resulta baja, con lo que el proceso de obtención es poco eficiente. Además, de acuerdo con algunos informes internacionales, como el denominado ‘Bicombustibles: ¿es el remedio peor que la enfermedad?’ publicado por la Organización para Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el uso progresivo de biocarburantes no aportará ningún beneficio medioambiental, puesto que la reducción de las emisiones de CO2 no superará el 3%.

Rosúa también cuestiona el interés medioambiental de las empresas, que se han implicado en la carrera de la reducción de las emisiones por los beneficios económicos que le reporta la política ecológica. “Las subvenciones institucionales destinadas a los biocombustibles han hecho rentable el negocio para las compañías”, destaca el experto y sitúa en torno al 10% el beneficio que obtienen en el mercado de los biocarburantes.
A pesar de estas posibles contradicciones, la Unión Europea pretende que el 5,75% de los combustibles que se consuman procedan de la biomasa, en 2010. Para Rosúa, el objetivo puede alcanzarse, pero hay que evaluar de dónde procederán las materias primas. “Si se consigue a costa de los bosques, de la biodiversidad de los países en desarrollo y de su soberanía alimentaria, no merece la pena”, reconoce el experto.
Parece paradójico que los combustibles que se suponen respetuosos con el medio ambiente tengan consecuencias negativas sobre la biodiversidad y los ecosistemas. Según explica el experto, el déficit de materias primas destinadas a la producción de biocarburantes hace que España tenga que importarlas. Países productores, como Argentina, Brasil o Malasia, merman sus bosques para destinar palma o soja a la producción de biocombustibles.

Alimentos frente a combustibles
Otra de las polémicas sobre los biocombustibles es el desvío de la producción alimentaria de las tierras de cultivo hacia el mercado energético. Así, si los agricultores destinan el maíz, la caña de azúcar o el cereal hacia el mercado de los biocarburantes, se encarecerá el precio de la comida. El informe de la OCDE, augura ya una subida para la próxima década. Rosúa se opone a esta perspectiva, ya que sólo el 1% de estos cultivos se derivan al mercado energético, y explica la subida por la demanda de materias primas de países como China o India y a procesos especulativos.

Para solucionar este problema, el experto aboga por los biocarburantes denominados de segunda generación, es decir, aquellos que pueden producirse a partir de fuentes no alimentarias, como residuos agrícolas y desechos de maderas. Esta opción no reduciría la proporción de materias primas destinadas a la alimentación.

El experto defiende aplicar el principio de cautela a los biocombustibles, es decir, analizar los costes y beneficios que aporta su utilización.

Referencia: José Luis Rosúa Campos, departamento de Botánica de la Universidad de Granada Tlf. 958240773. Correo e. jrosua@ugr.es