La denominación de “literatura infantil” ha tomado durante mucho tiempo un significado restrictivo, cuando no despectivo, acentuando más el adjetivo que el sustantivo, pues recogía hechos literarios que no respondían, de forma estricta, a los cánones tradicionales, según la profesora de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Granada en Melilla, María José Molina García, quien asegura que “por eso en algunos sectores se prefieran términos como literatura para la infancia o literatura juvenil, con los que se pretendía abarcar toda la literatura adaptada a las etapas evolutivas del niño y que alejaban un tanto ese matiz peyorativo del que se había teñido la anterior designación”.
Según María José Molina, la literatura es, socialmente, un fenómeno que surge y se difunde con la imprenta. “Descifrar un código, en este caso el lingüístico, no crea lectores, simplemente permite la lectura. El que la literatura resulte placentera es obra de la formación académica y familiar, que reciba el niño, y de los recursos y posibilidades de acceder a los libros. En la educación reglada, a la par que capacitar a los niños en la técnica de la lectura (generalmente entre los cinco y siete años), se les incita a desarrollar hábitos tales como el fomento de la comprensión interpretativa y crítica respecto del material leído, que permiten la recreación de la lectura”.
En la práctica, aunque queden por resolver asuntos como la conveniencia y validez de los cuentos tradicionales y la supuesta influencia del didactismo en el cuento o en la poesía, o la tan discutida relación entre el tema moral con la obra infantil, lo cierto es que, desde hace años, se ha registrado un cambio en la concepción de la literatura infantil, pero para responde a los interrogantes planteados –dice María José Molina–, “sería conveniente proponer una literatura infantil que reuniera todos los géneros literarios y que actualizara los enfoques de acuerdo a las nuevas consideraciones psicológicas y a los resultados de la experiencia en el aula o en otros medios”.
Referencia: Prof. María José Molina García
Dpto. Didáctica de la Lengua y la Literatura (Melilla)
Universidad de Granada
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