Entre otras muchas cosas, los humanos somos eminentemente visuales. Algunas estimaciones calculan que más del 90% de la información que recibimos entra por la vista. Así las cosas, esta información es todavía más importante cuando aún no se ha desarrollado un pensamiento crítico, como sucede, en principio, durante la infancia. Si a esto le añadimos que, al cabo del año, un niño pasa más tiempo delante del televisor que en clase, vemos la importancia que la educación visual tiene en la actualidad. Conscientes de esta situación, y de los escasos estudios que abordan la cuestión en España, investigadores de la Universidad de Granada (UGR) analizan las imágenes de cuentos infantiles y series de animación, poniendo de manifiesto los valores que transmiten.
La primera parte del estudio se centró en el análisis de 300 cuentos infantiles, publicados en España por editoriales nacionales y dirigidos a un público menor de 8 años. Aunque a esas edades muchos niños aún no saben leer, los cuentos están pensados para que lo haga un mayor y los vea el pequeño. “En esta etapa es cuando la persona más aprende por imágenes”, reconoce Jesús Pertíñez López, coordinador del proyecto. A través de un análisis de las ilustraciones atendiendo a sus formas, colores, texturas y técnicas, los investigadores pusieron de manifiesto las diferencias entre el lenguaje escrito y el visual.
Después de analizar las imágenes, los investigadores preguntaron a 300 escolares granadinos de colegios públicos y privados sobre las percepciones que les sugerían. “Vimos que existía una gran diferencia entre lo que el cuento quiere contar con palabras y lo que los niños perciben a través de las ilustraciones”, apunta Pertíñez. “La diferencia estriba en que las imágenes de los cuentos siguen ancladas en estereotipos, no han evolucionado con la sociedad”, concluye. A pesar de que en la mayoría de los casos los cuentos están ambientados en el contexto donde vive el menor, los ilustradores tienden a reproducir ciertos clichés.
Estereotipos
Así, el padre se suele representar con bigote y gafas (icono que denota inteligencia), o leyendo un periódico si está en casa, la madre se dibuja como ama de casa, y el prototipo de maestra resulta anticuado para lo que los niños ven luego en clase. “Ningún ilustrador se plantea que el protagonista no sea blanco, a pesar de que la multiculturalidad es un hecho palpable, sobre todo en los colegios públicos”, observa Pertíñez. Sin embargo, en los textos no se especifica qué hace cada personaje, cómo va vestido, o qué rasgos étnicos tiene. En opinión del investigador, estos prejuicios forman parte de la cultura del ilustrador, que los repite de forma acrítica.
Mientras que el sentido pedagógico del texto está muy cuidado por las editoriales, que cuentan con todo tipo de asesores, las ilustraciones dependen únicamente del criterio de los dibujantes. Éstos suelen tener formación en Bellas Artes, donde se hace hincapié en dibujar acorde con la realidad del menor. Pero, en lugar de reflejar la variedad, las imágenes de estos cuentos siguen un modelo de ilustración “para niños” que repite ciertas concepciones no inocentes, usa acuarela para dar una sensación más “blanda”, y donde los personajes ‘malos’ están llenos de aristas mientras que los ‘buenos’ son redondeados.
Fantasía y tv
Lo que está cambiando es el mundo fantástico de los cuentos, según el estudio de la UGR. Las brujas y los duendes clásicos escasean en las páginas que se publican hoy. La fantasía aparece entremezclada con el mundo cotidiano de los niños, cuyas experiencias son más urbanas y están más influidas por la televisión. Por eso, tras concluir este estudio, tanto Pertíñez como Carmen Hidalgo, colaboradora en el proyecto, decidieron ampliarlo a los dibujos animados que se emiten en las cadenas públicas.
A pesar de que hay una gran variedad de contenidos, el criterio de los programadores suele incluir cualquier programa de animación dentro del saco “para niños”, lo que hará que se emita en horario infantil (como ocurrió con ‘Bola de Dragón’ o ‘Los Simpsons’). Sin embargo, parece que los hábitos de consumo televisivo infantil están cambiando, ya que el programa preferido ahora por los niños es ‘Ana y los Siete’, y, a partir de siete años, prefieren ‘Los Serrano’ y ‘Gran Hermano’ a ‘Los Lunnis’ o ‘La Banda’.
Esta segunda parte del estudio, que ahora se inicia, seguirá el esquema aplicado para los cuentos infantiles: se analizarán las imágenes con la misma metodología, y los investigadores consultarán posteriormente con escolares de colegios granadinos para observar sus interpretaciones. Después de analizar los dibujos animados emitidos en la televisión pública, los investigadores pretenden ampliar el proyecto a los canales temáticos infantiles, ya que aquí es donde se estrenan las series de animación que marcarán la pauta a seguir, y analizar también la publicidad que se inserta en los programas infantiles, que utiliza la animación pero sin ningún tipo de filtro educativo. El proyecto lo financia el Ministerio de Ciencia y Tecnología y, en su mayor parte, la Unión Europea a través de Fondos FEDER.
Referencia:
Prof. Jesús Pertíñez López. Facultad de Bellas Artes. Universidad de Granada.
Tel. 958242919 Correo e. jplopez@ugr.es
Web: http://www.sofresam.com/datsem.htm (datos a 1 de octubre de audiencias de Sofres)