Pese a la situación especialmente negativa de esta ave, la situación en Granada es bien distinta. Según estos científicos, el águila perdicera aquí está mejor. De hecho, la población se mantiene en un buen estado de salud en el sureste ibérico. Este es el diagnóstico que realiza Juan Manuel Pleguezuelos, director del grupo de investigación Biología y Ecología de vertebrados mediterráneos, después de diversos estudios en los últimos años.
Con la profundización en la ecología de esta especie, estos investigadores granadinos quieren contribuir al diseño de adecuados programas de conservación. Uno de los últimos proyectos que ha puesto en marcha este grupo pretende observar a un número de águilas perdiceras de los alrededores de Granada para ver las áreas de dispersión en que se suelen mover las más jóvenes. En sus edades más tempranas, pueden llegar a volar una distancia de 1000 kilómetros cada año.
Por otro lado, el equipo de la UGR ha detectado que la estrategia, muy practicada en Francia y Cataluña, de poner alimentos supletorios a los animales, no afecta a la supervivencia de la especie en nuestra zona. El águila no tiene problemas para comer, según un estudio publicado por este grupo en el año 2000 en la revista científica Biological Conservation. Sin embargo, las políticas de reforestación de los bosques sí les perjudican. Hacen que disminuyan sus cazaderos. El águila perdicera se alimenta principalmente de conejos, perdices y palomas, que tienen más fácil esconderse en paisajes más espesos.
La ubicación de los nidos
También tienen datos en cuanto a la elección de los roquedos –las paredes- donde realizan sus nidos. “Seleccionan los más altos del territorio, y cuanto más cerca están de poblaciones humanas, a más altitud se quieren situar”, señala Pleguezuelos. El águila perdicera es un animal termófilo, al que le van bien las temperaturas cálidas propias de los lugares mediterráneos. Así, los nidos que están en el norte de la Península tienen menos éxito por tener un clima más húmedo y puede que más carga parasitaria. “El sol funciona en cierto modo como un insecticida y en los lugares del sur eso es más frecuente”, afirma el profesor.
Hasta hace algunos años, cuando empezaron a investigar los modelos de vida de las águilas rapaces, el grupo de investigación de Juan Manuel Pleguezuelos era conocido por su estudio de los reptiles. Esta línea continúa dando frutos en la actualidad con dos proyectos sobre el estado de conservación de la víbora hocicuda y la culebra bastarda, en colaboración con los investigadores Mónica Feriche y Xavier Santos, de la Universidad Central de Barcelona.
Pleguezuelos y su grupo son unos enamorados de la naturaleza y su conservación. Entre sus maestros más ilustres se encuentra el recientemente fallecido José Manuel Valverde, con quien el director del equipo coincidió en un seminario que organizaron en Granada sobre anfibios y reptiles. Versátil y trabajador como pocos hasta el final de sus días, Valverde realizó prólogos para diversos libros y estudios de estos científicos.
Más información: Prof. Juan Manuel Pleguezuelos Gómez. Grupo de investigación Biología y Ecología de vertebrados mediterráneos. Departamento de Biología Animal y Ecología.
Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada.
Tlf. 958-243082.
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