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Un estudio sobre maltrato escolar destaca que también hay víctimas que gozan de gran popularidad entre sus compañeros

Detrás del fenómeno conocido como bullying o maltrato escolar se esconde una realidad, la de los centros educativos españoles, tan preocupante como desconocida en muchas de sus dimensiones. Santiago Ramírez Fernández, investigador del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada, ha querido realizar una evaluación lo más extensa posible del fenómeno de los malos tratos entre escolares de Primaria y Secundaria, desde varios niveles de acercamiento, a través de su tesis “El maltrato entre escolares y otras conductas-problemas para la convivencia: un estudio desde el contexto del grupo-clase”.

Su estudio, llevado a cabo en la ciudad autónoma de Ceuta, arroja unas conclusiones que se sitúan en la línea de otras investigaciones similares: según Ramírez, el perfil del maltratador-intimidador y de las víctimas del bullying sigue respondiendo en la mayoría de los casos al perfil típico, aunque su trabajo de campo ha puesto de manifiesto la existencia de algunos sujetos que difieren de las características propias del grupo al que pertenecen. Si hasta ahora los expertos coincidían en que la mayoría de los maltratos procedían de niños muy populares, aceptados entre sus compañeros, la tesis de Ramírez demuestra que en algunos casos, los acosadores son despreciados por sus compañeros de aula, que rechazan y censuran su actitud.

Algo parecido ocurre entre las víctimas del acoso escolar: no todos los alumnos ‘maltratados’ son siempre ‘los marginados’ de la clase. El estudio de la UGR pone de manifiesto que un pequeño tanto por ciento de los niños acosados goza de popularidad dentro del grupo, circunstancia que en un momento dado podría ayudarles a salir de la situación de maltrato.

Una radiografía del maltrato
El análisis de Santiago Ramírez ha sido llevado a cabo entre una población de 587 alumnos de los colegios públicos ‘Lope de Vega’ y ‘Reina Sofía’ y del instituto de Secundaria ‘Luis de Camoes’ de Ceuta. Su investigación pretende profundizar en el conocimiento de los malos tratos y en las características de los implicados, pero desde una perspectiva amplia que contemple el resto de problemas de convivencia que se vive en los centros y la dinámica de relaciones que se establece en los grupos escolares.

Pese a lo que pudiera pensarse a priori, dadas las características de la ciudad de Ceuta, la incidencia de malos tratos severos en esta localidad no es superior a la que apuntan otros estudios nacionales y extranjeros. El estudio concluye que en nuestras aulas coexisten un 3,1% de intimidadores, un 6,4% de víctimas, un 1% de agresores-victimizados y un 89,5% de espectadores, de los que un 33,3% no se ha visto nunca envuelto en situaciones de maltrato y un 56,2% sí lo ha estado en alguna ocasión.

Otro aspecto novedoso de la investigación auspiciada por la UGR es que, aunque todavía hay más chicos que ejercen tanto de agresores como de víctimas, el número de chicas que se ven envueltas en situaciones violentas ha aumentado considerablemente. Además, las modalidades de maltrato en función del sexo también se han ido solapando: si hasta hace poco la difusión de rumores y la exclusión social eran propias de las mujeres, y la agresión física y las amenazas, de los hombres, esta diferencia en el tipo de maltrato va desapareciendo poco a poco.

La importancia de prevenir
Existen en el acoso escolar diferentes grados de severidad: el 42,6 % de los niños ceutíes es maltratado ocasionalmente, el 7,6% lo sufre con una frecuencia intermedia y el 6,4% es víctima de un maltrato severo. Esto sugiere, para Santiago Ramírez, que es necesario explorar el maltrato de baja intensidad para sentar las bases de una educación preventiva en ese terreno.

Su estudio diferencia el acoso que sufren los alumnos de Primaria y los de Secundaria. Así, el perfil de la víctima de malos tratos en Primaria es el de un niño que experimenta sentimientos de abatimiento (tristeza), recibe sobre todo agresiones físicas y verbales y tiene que soportar un maltrato más extenso (es agredido de diversas formas a la vez) mientras que en Secundaria sienten indefensión (rabia, no poder hacer nada), preocupación por sí mismos (imagen que puedan tener de él) o no sienten nada, al tiempo que recibe un maltrato más psicológico, indirecto y más selectivo ( es como si no necesitara de una cantidad abundante y extensa de agresiones para que el sometimiento y el sentimiento de ser victimizado aparezcan). En cuanto al maltratador-intimidador, en Primaria ‘se siente superior’ y ‘le preocupa lo que puedan pensar los demás de él’, y en Secundaria el niño que maltrata dice ‘divertirse’, piensa que ‘se lo merecen’ y, en algunos casos, ‘sienten pena’.

La investigación llevada a cabo por la UGR concluye que, pese a la relevancia que el tema ha adquirido en los últimos tiempos en los medios de comunicación, todavía el 24% de las víctimas oculta el maltrato a padres, profesores y amigos, y a un 22% de los maltratadores no hay nadie que le recrimine su actitud, lo que les hace sentirse impunes y a las víctimas, aún más impotentes.

Referencia
Santiago Ramírez Fernández. Dpto. de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada.
Tlfs. 958 24 39 85 – 956 52 61 56.
Correo e. sramirez@ugr.es