La excavación arqueológica, dirigida por los profesores de la Universidad de Granada, Antonio Gómez Becerra (fallecido el pasado 25 de septiembre de 2001) y Antonio Malpica Cuello, se llevó a cabo, de urgencia, en el Patio de San Cristóbal del Cementerio Municipal de Granada, a partir de un proyecto de construcción de 2 bloques de nichos en la zona que rodea el área ocupada por loas restos de la alberca atribuida al palacio nazarí de los Alijares.
Este espacio en el que está comprendido el Patio de San Cristóbal del Cementerio Municipal de Granada, cuenta, por sus especiales características, con las medidas de protección arqueológica que se recogen en el Plan especial de la Alhambra y se considera incluido en la zona de Vigilancia arqueológica que afecta a los límites totales definidos en el área de actuación del Plan Especial.
Según los responsables del trabajo de investigación, cuya excavación arqueológica fue suscitada a partir del proyecto de construcción de dos bloques de nichos en la zona que rodea el área ocupada por los restos de la alberca atribuida al palacio nazarí de los Alijares, «se trata de una obra rectangular, realizada con hormigón de gran solidez, con dimensiones de 7,05m x 16,85 m, aunque actualmente está destruida su esquina NO. Junto a la alberca se observan los restos de mampostería de una batería francesa que, sin duda, afectó a las estructuras medievales»
Asimismo, según el profesor Malpica, otras construcciones que debieron pertenecer al palacio, o al menos están relacionadas con el acondicionamiento de este espacio para su instalación, son los restos de muros de mampostería que rodeaban esta explanada, sobre la que se encuentra el área objeto de investigación arqueológica, aunque alejada de las obras proyectadas».
Es de especial interés, sin embargo, la conexión existente entre la alberca de los Alijares y el Albercón del Negro pues, dice Malpica, «como consecuencia de varias remociones, justificadas por la exhumación de antiguos enterramientos, se encontraron restos de varios atanores de barro cocido, que en principio es posible identificar, dada su orientación, como parte de la conducción que, procedente del Albercón del Negro, servía para alimentar la alberca de los Alijares».
El informe elaborado tras la intervención arqueológica, incluida en un contrato de investigación entre la Empresa Municipal del Cementerio S. A. (EMUCESA) y la Fundación Empresa Universidad, bajo la tutela del profesor Antonio Malpica Cuello, del Departamento de Historia Medieval y CC.TT.HH. de la Universidad de Granada, aconseja un seguimiento arqueológico de la zona porque, «si bien no existe impedimento alguno para la edificación de los nichos proyectados –según el equipo de arqueólogos encargados de esta intervención–, habida cuenta del alto grado de destrucción de los niveles arqueológicos, motivado por la explanación de las laderas del cerro, seguramente en los momentos en los que se decidió instalar el cementerio, aunque es posible que ya la presencia de un fortín del ejército francés supusiera una transformación sustancial de este espacio, debe tenerse en cuenta que nos encontramos en una zona contigua a un espacio con restos de importancia, donde aún es posible la aparición de elementos de valor arqueológico».
Referencia: Antonio Malpica Cuello. Dpto. De Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Históricas.Universidad de Granada
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