Las distintas administraciones públicas deberían fomentar la “cultura del esfuerzo” entre los alumnos, y no buscar como “únicos responsables” de las causas del fracaso escolar -o del supuesto descenso de nivel de conocimientos- en primer lugar al alumnado, y a sus familias después. Así se desprende de un trabajo de investigación llevado a cabo con alumnos (autóctonos e inmigrantes), padres y madres y profesores de un centro educativo de Granada, que afirma que las políticas educativas de los gobiernos y las inversiones presupuestarias nunca serán adecuadas si previamente no existe esta “cultura del esfuerzo”.
El trabajo ha sido realizado por el profesor Félix Fernández Castaño, del Departamento de Sociología de la Universidad de Granada, y dirigido por el profesor Antonio Trinidad Requena. Esta investigación se ha centrado en los niños y niñas de familias inmigrantes marroquíes residentes en un barrio marginal de la ciudad de Granada. Para llevarlos a cabo, su autor realizó entrevistas en profundidad a alumnos inmigrantes, alumnos autóctonos, profesores, y padres y madres de alumnos inmigrantes, además de una entrevista grupal a padres y madres de alumnos autóctonos.
Metodología
La investigación se llevó a cabo en el IES Cartuja de Granada, un centro con un alto índice de fracaso escolar y en el que las expectativas de las familias en sus hijos son escasas. “Existe poca confianza en la enseñanza y formación académica –apunta el investigador-, lo que se traduce en un alto índice de absentismo escolar, falta de expectativas, abandono prematuro de los estudios y renuncia a continuar en los niveles superiores de la enseñanza.
Uno de los objetivos de esta investigación radica en la importancia que puede tener el origen sociocultural del niño/a (aquel que hereda de la familia) a la hora de explicar las diferencias de resultados educativos entre las hijas e hijos de familias de origen inmigrante y autóctono. Y es que, como apunta Fernández Castaño, “el alumnado inmigrante se enfrenta a ciertos condicionantes para su inserción plena en el sistema educativo. El primero de ellos es el aprendizaje de la lengua vehicular de la enseñanza. La prohibición en el centro educativo del uso de su lengua materna, en este caso el árabe, los lleva a situaciones de rebeldía y violencia que llegan a repercutir de manera decisiva en la vida en el propio centro”.
Los miembros de la comunidad escolar que han participado en esta investigación de la UGR “estiman por unanimidad la conveniencia de que el alumnado inmigrante sea repartido entre todos los centros de la ciudad aun a costa de que tengan también que dispersarse los medios para su atención, lo cual origina la necesidad de más recursos”.
El autor apunta que esta investigación “se ha planteado con la esperanza de ser útil y para conocer en profundidad la influencia de los factores de desigualdad que condicionan el desparejo logro educativo de inmigrantes y autóctonos, así como las dinámicas que dichos factores desarrollan en los diversos ámbitos en los que actúan”. Pero, al mismo tiempo, el trabajo “ha revelado la existencia de múltiples lagunas que aún quedan por cubrir en la materia. Debemos de alejarnos de la idea de que el alumno marroquí está inevitablemente identificado como aquel que al jugar en un campo social de exclusión no podrá salir de él”, concluye el investigador.
Los resultados de la investigación serán publicados próximamente en la revista “PROFESORADO. Revista de Currículum y Formación del profesorado”.
Referencia: Félix Fernández Castaño. Departamento de Sociología de la Universidad de Granada. Móvil: 666121363. Correo electrónico: felixfernandez@ugr.es