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La acequia de Aynadamar llenaba durante la noche los aljibes de la ciudad, según Carmen Trillo, de la UGR

Del anochecer al alba, Aynadamar nutría los aljibes de Granada; del alba a la salida del sol, regaba los campos; desde la salida del sol hasta mediodía, las huertas y casas de la Alcazaba, las huertas intramuros de la ciudad, e incluso el viernes también se destinaban estas horas a los aljibes de la ciudad, y si estos estaban llenos, a las casas; de mediodía a vísperas se destinaba al campo y adarves de la ciudad, salvo los viernes, que se daba el mismo destino de aljibes y casas; de vísperas al anochecer la acequia regaba, todos los días, los campos.

Así se recoge en el libro que con el título: Agua, tierra y hombres en al-Andalus. La dimensión agrícola del mundo nazarí acaba de publicarse en la colección Ajbar, que edita el grupo de investigación Toponimia, Historia y Arqueología del Reino de Granada.

Para el profesor de la Universidad de Granada, Antonio Malpica, autor del prólogo de este libro, y director del grupo de investigación Toponimia, Historia y Arqueología del Reino de Granada, este libro de Carmen Trillo “es un magnífico ejemplo de las posibilidades que hay para investigar al-Andalus a partir de las fuentes escritas y del examen atento del paisaje. Carmen Trillo pone de manifiesto cómo el reino de Granada puede ser analizado dentro de una dinámica histórica que se debe de considerar andalusí.”

Al anochecer, el agua del canal entraba en la ciudad y llegaba por diversos ramales hasta varios aljibes repartidos por la red urbana del Albayzín y del Alcazaba. Según la profesora e investigadora de la Universidad de Granada, Carmen Trillo, la relación entre aljibes y mezquitas aquí es tan alta que se puede pensar en la posibilidad de que fueran éstas los centros receptores del agua, quizás no sólo para atender a las abluciones de los fieles, sino también para las otras necesidades diarias de sus habitantes. A favor de estas hipótesis estaría el hecho de que algunas de las cisternas más grandes de toda la colina han podido datarse en el siglo XI, correspondiendo entonces al entramado de la primera infraestructura hidráulica.”

El libro es un estudio del ámbito rural en el último periodo del Islam peninsular, pero visto con una perspectiva nueva en el que Carmen Trillo San José ha evitado encasillarse en un estudio de historia local y ha intentado trascenderlo para, de esta forma, sacarlo de su aislamiento.

El agua, ocupa un lugar importantísimo en la concepción de esta obra, ya que la agricultura era básicamente irrigada. Así, la autora aborda el asunto desde una perspectiva imaginaria (el agua en el Corán) hasta llegar a la práctica cotidiana de su utilización. “Se puede concluir –dice Carmen Trillo–, que el agua es un elemento que se organiza como la sociedad que la gestiona. Los tiempos de riego venían marcados por fiestas reconocidas en al-Andalus. Algunas, como San Juan (Ansara) eran astronómicas, de tradición pagana y cristiana, y servía para marcar el inicio de la reglamentación de los turnos de verano. Es posible que este periodo de irrigación se cerrara también con otra festividad al comienzo del otoño, tal vez San Miguel, un santo muy venerado en el Albáis in”.


Referencia: Profesora Carmen Trillo San José
Departamento de Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas.
Universidad de Granada
Telfns: 958 243653
Correo e.: ctrillo@platon.ugr.es