ETA y su organización, como red activista, han causado más de 10.000 acciones violentas entre los años 1978 y 2000, según un estudio publicado por Francisco J, Llera Ramo, en el libro “La sangre de las naciones. Identidades nacionales y violencia política”, en el que se incluyen distintos estudios acerca de la violencia practicada por diferentes organizaciones nacionalistas radicales.
En el libro, coordinado por Antonio Robles Gea, participan Antonio González Alcantud, Enric Porqueres, Jean François Gossiaux, Juan José Solozabal, Jean Louis Briquet, Rogelio Alonso, Francisco J. Llera Ramo, y el propio editor, Antonio Robles Gea, quienes se refieren, respectivamente, a “La mística del patriotismo en el pensamiento francés”. “Matrimonio y redefiniciones de la identidad vasca”. “Identidad republicana/identidad étnica: el paradigma macedonio”. “Los derechos colectivos desde la perspectiva constitucional española”. “Contestación nacionalista y criminalización de la política. El caso de Córcega”. “El nacionalismo en Irlanda del Norte”. “La red terrorista: subcultura de la violencia y nacionalismo en Euskadi”. Y “Nacionalismo radical: milenarismo y violencia política”.
Según Francisco Llera Ramo, “el terrorismo, sea cual sea su matriz ideológica o política, bebe en, vive de, y genera una subcultura de la violencia que le suministra motivaciones y discurso, le permite estructurar sus redes sociales de cooperación y apoyo y, sobre la inoculación del miedo, impacta sobre la moral del tejido social, las élites políticas, los medios de comunicación y las propias instituciones.”
Para Francisco Llera, las 10.000 acciones realizadas por ETA, en forma de bombas, sabotajes, robos, incendios, destrucción de mobiliario urbano y transportes públicos, así como agresiones e intimidaciones de todo tipo, constituyen una estrategia de acompañamiento terrorista que adquirió especial intensidad a partir de 1995, pues el 45 por ciento de estas acciones se producen entre esta fecha y la firma del pacto de Lizarra-Garazi.
“En estos últimos años –afirma el investigador– la red terrorista logra reforzar sus estrategia de kale borroka (lucha callejera), que no es otra cosa que una forma de terrorismo difuso, como sustitución de su incapacidad operativa para matar después de los golpes policiales de los años noventa. Esta forma de terrorismo de sabotaje, junto con la violencia antiempresarial y los ataques a la Ertzantza, ha sido la vía con la que ETA ha presionado al tejido civil del nacionalismo gobernante para forzarle a sellar el pacto de Lizarra-Garazi”.
El profesor Antonio Robles, responsable de la edición de este libro, asegura, por otra parte, que “los imprevistos atentados terroristas, los conflictos bélicos regionales, y las tensiones nacionalistas, se fundamentan, mayoritariamente, en causas ideológicas de carácter religioso y, en todo caso, en profundas creencias vividas religiosamente”. Así, para el profesor e investigador de la Universidad de Granada, “el carácter sangriento del nacionalismo vasco proviene de su concordancia con el cristianismo y sus herejías, es decir, en lo referente a persecución y sacrificio como caminos hacia la salvación”.
Para más información: Prof. Antonio Robles Egea
Departamento de Ciencia Política y de la Administración
Universidad de Granada
Tfn: 958 246323. Correo e. aroblese@goliat.ugr.es