La radiación solar, la proliferación del krill como consecuencia de la depauperación de las poblaciones de ballenas y, especialmente, la falta de hierro, son algunos de los factores que podrían estar controlando el fitoplancton del ecosistema marino del continente helado. En las aguas del Océano Sur, existe una baja concentración de fitoplancton para la elevada disponibilidad de nutrientes disueltos, lo que se conoce en el mundo científico como paradoja antártica. Para estudiar las causas que están provocando esta situación, un equipo de científicos de la Universidad de Granada en colaboración con investigadores del IMEDEA, de la State University of New Cork, de la Universidad de las Palmas de Gran Canarias y del IIQAB de Barcelona ha emprendido durante más de un mes una expedición a bordo del Hespérides que les ha llevado desde el mar de Bellingshausen hasta el mar de Weddell tomando muestras químicas y biológicas del ecosistema marino.
La campaña, que se llevó a cabo durante el pasado mes de febrero tras más de dos años de espera, ha sido “más que fructífera” ya que, según explica la profesora de la Universidad de Granada y una de la investigadoras que dirige el proyecto, Isabel Reche Cañabate, “la mayoría de las muestras extraídas se fueron analizando a bordo del barco, obteniendo en la mayoría de las ocasiones resultados in situ”.
Los datos que se obtengan en este proyecto serán esenciales en un futuro desde el punto de vista ambiental: “El fitoplancton que crece en las aguas del mar antártico puede actuar como sumidero de CO2. Así, si los investigadores logran descubrir la causa que ha provocado la limitación de este componente de la cadena trófica podrían inducir de forma artificial su crecimiento y resolver de esta forma parte del problema de calentamiento global del planeta”, adelanta Reche, tras comentar que “ésta puede ser una de las aplicaciones del proyecto. Habría que tener en cuenta cuestiones éticas y científicas para poder poner esta solución en práctica”.
Aunque el equipo del proyecto ICEPOS (Interacciones Complejas en el Ecosistema Pelágico del Océano Sur) ha centrado su explicación de la limitación de fitoplancton en dos factores: la radiación solar y la proliferación del krill, existen otras hipótesis en torno a este tema como que “los nutrientes están a tanta profundidad que apenas les llega el sol para poder hacer la fotosíntesis o que el Océano Sur no contiene la cantidad de hierro que necesita el fitoplancton para crecer”, asevera la científica.
En este sentido, Reche hace de nuevo referencia a la “paradoja de la Antártida”, ya que a pesar de que en el océano antártico confluye una elevada concentración de nutrientes inorgánicos (en forma de nitratos y fosfatos), el primer escalón de la cadena trófica sigue sin crecer.
En cuanto a las teorías que apuntan a la falta de hierro como una de las posibles causas de esta situación, la investigadora granadina señala que aunque estas son las más respaldadas por la comunidad científica, se ha comprobado que en zonas como Isla Decepción, en las que hay mucha cantidad de hierro gracias a la actividad volcánica, también hay una gran limitación del fitoplancton, y en lo que respecta a la hipótesis que indica la ausencia de sol para poder realizar la fotosíntesis, la bióloga aclara que aunque en invierno pudiera ocurrir esta situación “el ecosistema marino se recuperaría durante el verano austral, cosa que no ocurre”.
Primeros datos
A pesar de que en esta primera expedición han tenido que realizar los experimentos en el laboratorio del barco y no directamente en el ecosistema oceánico, que es donde tendrán que finalizar el proyecto de investigación, los primeros datos extraídos convierten al Krill en uno de los protagonistas de la cadena trófica de la Antártida. Según Reche, la caza indiscriminada de ballenas, que se alimentaban fundamentalmente de este crustáceo, podría haber provocado la proliferación incontrolada de esta especie que, precisamente, subsiste gracias al fitoplancton. Pero en este punto, vuelve a producirse otra paradoja que deja sin resolución el problema de la disminución del fitoplancton y es que “aunque el aumento de la población de estos crustáceos limita el crecimiento del primer eslabón de la cadena trófica, sus productos de excreción contienen los nutrientes que el fitoplancton necesita para seguir desarrollándose”. Así, los primeros resultados resuelven una parte del problema pero abren otra que será analizada junto al papel de la radiación solar en el laboratorio gracias a las muestras que tomaron a lo largo de las 16 estaciones ubicadas a lo largo del continente helado.
Por otro lado, la profesora de la Universidad califica su experiencia en el continente antártico de “gratificante” en un doble sentido: “Además del desafío de poder aportar conocimiento para poder comprender el comportamiento del Océano Sur, hemos tenido la suerte de poder salir a cubierta, mirar el horizonte y sentir el aire frío en la cara que nos permite respirar la intensidad de la naturaleza y nos recuerda lo frágiles que podemos llegar a ser”.

Referencia
Profesora Isabel Reche Cañabate
Dpto. de Biología Animal y Ecología
Tel. 958 246 166 / 958 248 590
Correo e. ireche@ugr.es