En los últimos tiempos, las microalgas están teniendo múltiples aplicaciones para la obtención de sustancias de utilidad en medicina y alimentación. De ellas, las más conocidas son las que sirven de colorantes en el sector de la alimentación. “Para realizar estos trabajos, los grupos andaluces tienen que solicitar muestras a universidades extranjeras. Si sabemos dónde están y cómo son las algas de nuestro territorio, los científicos no tendrán que buscar su material fuera”, explica Pedro Sánchez Castillo, responsable en Andalucía del catálogo de algas en la Península Ibérica que se está realizando entre distintos centros científicos dedicados a la ficología, la disciplina que se ocupa del estudio de las algas.
Un alga es un organismo fotosintético, muy sencillo en su estructura celular, y cuya función principal es fabricar energía a partir de la luz y los nutrientes del ecosistema. Hay microalgas y macroalgas, y ambos tipos están siendo catalogados en este estudio. Para ello, desde el grupo de investigación de la UGR se están rastreando lagos, lagunas, embalses y humedales de Extremadura, Murcia y Andalucía.
La ficología ha quedado postergada en relación con otras ramas de la biología. Así, esta obra es única y no cuenta con ningún catálogo previo. Es una tarea compleja porque estamos hablando de un grupo de seres vivos especialmente heterogéneo y diverso. Hay tres tipos de macroalgas (rojas, verdes y pardas) y cinco de micro, pero dentro de cada uno de ellos hay innumerables especies y familias.
Nueva especie
Sobre esta base, se realizará un estudio específico para Andalucía, más general pero menos exhaustivo, auspiciado por la Consejería de Medio Ambiente y la Universidad de Granada, que también incluirá aguas marinas. “No tratamos de cuantificar las poblaciones, sino de extraer un inventario de las que hay”, señala Sánchez Castillo. A veces, surgen especies nuevas como la diatomea que han descubierto en lagunas de alta montaña de Sierra Nevada.
Además de Sierra Nevada, la otra zona que va a tener prioridad en el estudio andaluz es la del Parque Nacional de Doñana que, en palabras de Sánchez Castillo, “es muy paradigmático en cuanto a la conservación del medio ambiente. Se dan proliferaciones de algas que se denominan flores de agua, que dan color verde al agua, como una auténtica sopa de guisantes. Algunas de ellas generan toxinas que se han detectado en centenares de flamencos que han aparecido muertos por su causa”.
Catalogar las algas también tiene ventajas para la salud. Las mareas rojas que surgen en nuestros litorales pueden generar problemas de salud en el hombre tras la ingestión de moluscos que se han alimentado de algas tóxicas. En concreto, hay tres síndromes descritos, con síntomas diarreicos, amnésicos y neurotóxicos que aparecen al consumir mejillones o almejas que se han alimentado de estas microalgas. Por otro lado, las algas presentan propiedades descontaminadoras. Al alimentarse de nitratos y otras sustancias químicas presentes en las aguas de origen urbano y agropecuario, se pueden utilizar en los procesos de depuración de aguas residuales.

Referencia: Prof. Pedro Sánchez Castillo.
Dpto. de Botánica e Instituto del Agua de la UGR.
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