¿Qué efectos neuropsicológicos conllevan el consumo de drogas? ¿Qué desórdenes de la personalidad? ¿Influye la adicción en la adaptación social? ¿Son reversibles estos problemas? Estas preguntas están siendo analizadas en sus múltiples vertientes por el grupo de investigación de la Universidad de Granada que dirige el profesor Miguel Pérez García. Para ello, se ha abierto una nueva vía de conocimiento consistente en analizar los efectos neuropsicológicos a la par que los emocionales, productos del consumo prolongado de todo tipo de drogas.
Muchos de los resultados científicos de este equipo de la Facultad de Psicología están viendo la luz en estos días en artículos de revistas científicas internacionales. El primero de ellos es una revisión teórica sobre la cual se han construido las investigaciones experimentales posteriores. Este artículo de la revista Neuropsychology Review, parte de la tesis de que las capacidades neuropsicológicas se ven afectadas en los consumidores habituales de drogas.
Por ejemplo, la alteración de la atención y la memoria a corto plazo, se muestra muy pronunciada en los consumidores de hachís. Sin embargo, éstos no suelen sufrir problemas psiquiátricos de mayor rango, mientras que con otras drogas estimulantes, como la cocaína y el éxtasis, se puede llegar a cuadros psicóticos. En los consumidores prolongados de opiáceos, como la heroína, se observan graves problemas de razonamiento abstracto.
Los estudios se realizan con adictos o ex adictos a todo tipo de drogas, excepto el alcohol, integrados en programas de rehabilitación de los centros Proyecto Hombre y Cortijo Buenos Aires, un centro público para la rehabilitación de consumidores de drogas, dirigido por Francisco Aguilar de Arcos.
Miopía al futuro
Aprovechando el contexto de la rehabilitación, estudian la relación del consumo de drogas con estados emocionales anormales, como la apatía o el desinterés general, y defectos en la capacidad para tomar decisiones. Así, con tareas diseñadas en la Universidad de Iowa (Estados Unidos), se observa en algunos drogadictos una miopía hacia el futuro. Esto es, una tendencia desmesurada a elegir la opción más ventajosa a corto plazo, aún cuando comprueban que es peligrosa a la larga. Justo la antítesis del comportamiento de un depresivo que suele echarse atrás ante la aparición del mínimo problema, además de culparse de todo.
Referencia: Prof. Miguel Pérez García.
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