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Un experimento con ratas transgénicas demuestra que la fibra protege de la enfermedad inflamatoria intestinal

La actividad antiinflamatoria intestinal de distintos tipos de fibra dietética es el nombre del estudio que han dirigido los profesores Antonio Zarzuelo Zurita y Julio Gálvez Peralta, catedrático y profesor titular de Farmacología en la Universidad de Granada, dentro de su línea de investigación de búsqueda de nuevas estrategias terapéuticas en la enfermedad inflamatoria intestinal. Esta patología, aunque registra una incidencia baja en España, tiene una repercusión bastante negativa en la calidad de vida del enfermo, ya que es difícil de tratar farmacológicamente y los fármacos utilizados en tratamiento no están exentos de una gran cantidad de reacciones adversas, lo que limita en gran medida su uso.

En este sentido, Gálvez Peralta subraya que el objetivo principal de la investigación es la búsqueda de nuevas estrategias, nuevos fármacos que sean aplicables a la enfermedad inflamatoria intestinal y supongan una ventaja respecto a tratamientos actuales de la patología, cuyos síntomas principales son dolor abdominal, diarrea -acompañada a veces de sangre-, fiebre y anorexia (entendida como falta de apetito).

«La incidencia es baja, en España oscila entre 5 y 10 casos por cada 100.000 habitantes y año. Lo que ocurre es que estos enfermos requieren un tratamiento de por vida, a no ser que sean sometidos a operación quirúrgica dirigida a una recesión intestinal», comenta el profesor Gálvez Peralta. El catedrático Zarzuelo Zurita añade que en los últimos años se está advirtiendo tal aumento del número de casos de la enfermedad en países desarrollados que a la industria farmacéutica le interesa bastante que se acometan trabajos en este campo. Señala, asimismo, que la edad de inicio de la enfermedad es cada vez menor. «Ya hay incluso niños con la patología; tenemos constancia de casos descritos en Pediatría en Granada».

Respecto a las posibles causas de la aparición de la enfermedad, los investigadores aluden a la disposición genética, si bien subrayan la posible influencia de la sociedad desarrollada y factores como el estrés y la mala alimentación. «Esto es lo que nos llevó al tema de la alimentación, es decir, parece que hay ciertos alimentos que «favorecen» la enfermedad inflamatoria e indirectamente puede haber alimentos que nos protejan», dicen.

Planteamiento de la investigación

La hipótesis planteada en el experimento es que el proceso inflamatorio intestinal se asocia a un daño de tipo oxidativo, es decir, parece que juega un papel muy importante la agresión de los radicales libres. Aunque sus trabajos comenzaron con la utilización de compuestos con propiedades antioxidantes, como los flavonoides, la fibra ha sido con posterioridad el eje de la investigación. Según dicen, durante mucho tiempo se pensaba que la fibra era una algo inerte, que se infla y al hincharse hace su efecto laxante. Sin embargo, se ha podido comprobar que las bacterias del intestino fermentan la fibra y producen ácidos grasos de cadena corta, fundamentalmente butirato y propionato. Lo más curioso es que la principal fuente de energía de las células epiteliales del colon (denominadas como colonocitos) es el butirato. Así, parece que un aporte reducido de butirato puede generar una alteración del colonocito y propiciar el desarrollo de la enfermedad inflamatoria intestinal».

Aunque no se sabe la causa, puede ser –señalan los investigadores- que dietas pobres en fibra, al no producirse butirato en el colon, no se aporte la energía necesaria al colonocito. «Si el epitelio colónico no funciona bien pueden entrar antígenos y generar la respuesta inflamatoria». Así, el principio del que partían era que «la preservación de la barrera colónica podría evitar la inflamación». «Lo que nosotros hemos demostrado es que cuando la dieta es más rica en fibra, se producen más butirato y propionato y esto corre paralelo con una mejora en la enfermedad inflamatoria en los modelos experimentales, en parte porque el colonocito tiene más energía y porque se inhibe la producción de citoquinas inflamatorias (los mediadores que producen la inflamación), entre otras el TNF (el factor de necrosis tumoral)», explican.

Experimento

El experimento se llevó a cabo durante un mes: se aplicó un tratamiento a dos modelos de ratas: un grupo al que se indujo el daño mediante agentes químicos y otro con animales transgénicos, que expresaban el gen HLA-B27 (gen que se asocia con el desarrollo de enfermedades inflamatorias en el hombre). Durante dos meses, la dieta de la rata se ha enriquecido con fibra (semillas de Plantago ovata) y, cuando la enfermedad ya se había instaurado, se acometió el estudio de los dos grupos.

La conclusión –afirman- es que la dieta enriquecida en fibra protege del desarrollo de la enfermedad inflamatoria intestinal y facilita la regeneración de la mucosa intestinal. «Este efecto se correlaciona con el incremento en la producción de butirato y propionato debido a que las fibras fermentan produciendo estos ácidos grasos de cadena corta».

«Pero en lo que queremos insistir es que lo mejor es que una buena dieta se enriquezca con fibra. La fibra sólo tiene fibra; si tomas legumbres, verduras, frutas… tendrás fibra y antioxidantes, con lo cual se atacan todos los puntos de la enfermedad inflamatoria», agregan.


Referencia:
Prof. Antonio Zarzuelo Zurita
Tlf: 958 243890 / zarzuelo@goliat.ugr.es.
Prof. Julio Gálvez Peralta
Tlf: 958 243889 / jgalvez@ugr.es
— Dpto. Farmacología: 958 243893