Un estudio elaborado por un investigador de la Universidad de Granada en colaboración con otros colegas de España y Estados Unidos ha revelado que los enfermos que padecen esquizofrenia tienen una adicción a la nicotina más intensa que el resto de la población. El estudio ha podido demostrar, además, que la presión social antitabaco en los Estados Unidos ha provocado que fumen menos personas que en España pero también que los fumadores estadounidenses tengan una adicción mucho mayor que los españoles.
El trabajo, titulado “La asociación entre alta dependencia nicotínica y la enfermedad mental grave se mantiene a través de los países”, ha sido elaborado conjuntamente por el profesor del Departamento de Psiquiatría y el Instituto de Neurociencias de la Universidad de Granada, Manuel Gurpegui, e investigadores de Lexington (Kentucky, EEUU; Drs. de León y Díaz), Santiago de Compostela (Dr. Becoña) y Vitoria (Dra. González-Pinto). Granada aportó una muestra de 173 enfermos fumadores, procedentes de un estudio de 250 pacientes ambulatorios .
Según el profesor Gurpegui, el estudio partía de la constatación generalizada de que “los enfermos con esquizofrenia fuman más que la población general, aproximadamente el doble, porque, si en España de la población en general fuma en torno a un 35%, los enfermos con esquizofrenia fuman en una proporción del 70%”. En los Estados Unidos, esta proporción es casi idéntica.
Se trataba, pues, de encontrar respuesta al porqué de la imagen del enfermo mental pegado a un cigarrillo y con los dedos amarillentos de tanto fumar y, -aquí radica la “originalidad de este trabajo”, según Gurpegui-, “hemos tratado de ver si aquellos que fuman tienen una alta dependencia o no, ya que no podemos olvidar que entre los fumadores hay gente muy adicta y gente no muy adicta”.
El estudio dio como resultado la constatación de que, -en palabras del psiquiatra de la Universidad de Granada-, “la adicción en los enfermos psiquiátricos graves es mucho más alta que la adicción entre los fumadores de la población general, tanto en España como en los Estados Unidos, siendo diez veces mayor la probabilidad de ser un fumador muy adicto entre estos enfermos que en la población general”.
En cifras, “la frecuencia de alta dependencia nicotínica es del 63% entre los enfermos estadounidenses y de un 71% entre los españoles, una diferencia estadísticamente no significativa”. Además, añade el investigador, se sabe que “los enfermos con trastornos de ansiedad o depresivos fuman mucho menos que los enfermos con esquizofrenia o trastorno bipolar; y que éstos últimos lo hacen en una proporción menor que los de esquizofrenia ”.
Aunque está aún pendiente de estudio y comprobación, Gurpegui explica que “hipótesis no demostradas” indican, por una parte, que “hay algún componente del tabaco, posiblemente la nicotina, que podría contribuir a aliviar algún síntoma en algún tipo de enfermos; no en todos pero sí en algún subgrupo ”; y, por otro lado, que “otros componentes del tabaco hacen que se eliminen más rápidamente algunos fármacos que podrían resultar desagradables a los enfermos y que al fumar sean aliviados algunos de esos efectos de los fármacos”.
La investigación también dio lugar a una “curiosa e inesperada” constatación entre la población general: aún cuando el porcentaje de fumadores es más bajo que el español, -en torno a un 25%, frente al 35% que se registra en España-, resulta, sin embargo, que entre los estadounidenses la proporción de fumadores con alta adicción es mayor que entre los españoles; la probabilidad de que un fumador norteamericano tenga alta adicción es tres veces mayor que la de un español. La razón podría ser “la presión social” existente contra el tabaco, de tal forma que sólo fuman los más adictos.
El estudio, que fue publicado en septiembre del 2002 en el Journal of Clinical Psychiatry, se basó en el Test de Fagerström de Dependencia Nicotínica, que, por medio de seis sencillas preguntas, trata de determinar el grado de adicción. Las preguntas más útiles son la referente al número de cigarrillos fumados y la que indaga sobre el tiempo que transcurre desde que una persona se levanta hasta que enciende su primer cigarro. Cuanto menos se tarda en fumar, más alta es la adicción al tabaco.
Para más información, contactar con Manuel Gurpegui
Departamento de Psiquiatría. Teléfono: 958 240704.
Correo e.: gurpegui@ugr.es