Los pacientes con esquizofrenia que se inician en el consumo de cafeína tienden a tomarla en mayor cantidad que la población general y asocian ese consumo al del tabaco y el alcohol, aunque esto no guarda relación con los síntomas de la enfermedad ni con la dosis de medicación antipsicótica. Estas son algunas de las conclusiones que aporta el estudio Caffeine intake in outpatients with schizophrenia, dirigido por el profesor, de la Universidad de Granada, Manuel Gurpegui Fernández de Legaria y desarrollado sobre una muestra de 250 pacientes procedentes del Centro de Salud Mental de El Zaidín, del de Cartuja y de la Unidad de Rehabilitación. En el estudio, que ha sido publicado recientemente en una de las revistas más prestigiosas en este campo, Schizophrenia Bulletin, se han comparado los datos extraídos en las muestras de pacientes con esquizofrenia con los publicados en un estudio de 1993 basado en una muestra de la población general sobre el consumo de cafeína en afectados por cáncer de vejiga y con los de una encuesta elaborada por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en 2002 en relación al consumo de esta sustancia por la población española.
Así, los primeros datos apuntan que un 49% de los pacientes analizados con esquizofrenia consume cafeína frecuentemente, frente a un 60% de la población general, un hecho que a priori indica que una proporción menor de estos enfermos consume cafeína frente a las personas que no padecen la enfermedad. Sin embargo, en los resultados que hacen referencia a un alto consumo de esta sustancia (más de 200 miligramos al día) los pacientes de los centros de salud mental granadinos superan en un 11% al grupo de población sin este problema psiquiátrico. El profesor Gurpegui explica estos resultados y señala que el hecho de que el grupo de pacientes con esquizofrenia consuma cafeína en menor proporción que el resto de la población se debe fundamentalmente “a que la mayoría de ellos viven y están controlados por su familia, que les reduce el consumo de esta sustancia. Ahora bien, quienes escapan a este control familiar y logran consumir lo hacen con mayor intensidad, probablemente porque mejora su estado de ánimo, les refuerza y reduce algunos de los efectos secundarios de la medicación” (se ha publicado el caso de algún paciente que llegaba incluso a masticar café).
Cafeína, tabaco y alcohol
Pero la cafeína no es la única sustancia que ha analizado este equipo de investigadores, integrado por María del Carmen Aguilar y osé María Martínez-Ortega, becarios de la UGR, Francisco Díaz, profesor de la Universidad de Medellín y José de León, Profesor Visitante de la UGR y director del Centro de Investigación en Salud Mental de la Universidad de Kentucky. Su asociación con el consumo de tabaco y alcohol ha sido otro de los parámetros estudiados en este proyecto, del que se deriva que la proporción de consumidores de cafeína que no fuma ni bebe representa un 30 %, los que fuman y no beben un 62 % y los que fuman y beben se elevan al 91%.
Ante estos resultados, la investigación ha tratado de dar respuesta a algunas de las preguntas que se hacen los especialistas en este sentido, como hasta qué punto el consumo de estas sustancias incrementa la sintomatología de la enfermedad o si de alguna forma es la medicación la responsable de este consumo de cafeína. En ambos casos, el psiquiatra granadino responde que se ha observado la ausencia de relación empírica entre estos aspectos y el consumo de cafeína, y además considera que “esta sustancia no daña el núcleo central de la enfermedad sino que más bien lo que puede provocar es un efector perturbador en el enfermo o alteraciones en el sueño que lo mantengan más inquieto de lo normal”.
Referencia
Prof. Manuel Gurpegui Fernández de Legaria
Dpto. de Medicina Legal, Toxicología y Psiquiatría / Instituto de Neurociencias
Tel. 958 24 07 04 / 958 24 34 91
Correo electrónico gurpegui@ugr.es
