Cryptosporidium es un agente oportunista que ataca a los organismos humanos cuando están seriamente debilitados, por virus como el VIH, tumores cancerígenos o malnutrición. Este protozoo produce en estos enfermos diarreas y otros trastornos como deshidratación. Los sistemas inmunodeprimidos se ven más perjudicados que cualquier persona sana que podría superar este tipo de dolencias sin ningún problema en un par de semanas.
Descubierto en el siglo XX, este parásito sigue siendo un gran desconocido para la ciencia. Las investigadoras granadinas Carmen Mascaró y María José Rosales llevan 14 años profundizando en sus métodos de propagación, supervivencia y ataque. Etimológicamente, su nombre (sporidium .- esporas- y cryptos -ocultas), hace alusión al hecho de que “es especialmente pequeño y apenas se podía ver a través del microscopio”, comenta Mascaró, jefa del grupo Bioquímica y Parasitología Molecular.
Se detectó por primera vez en humanos en 1976. Hasta esa fecha, se creía que el Cryptosporidium sólo afectaba a animales, sobre todo a ganadería bovina. El protozoo ataca al intestino en un primer momento y luego coloniza otras partes del cuerpo como el sistema respiratorio o el hígado. Se da la circunstancia de que este parásito se contagia con una dosis muy pequeña, a diferencia de bacterias que producen similar sintomatología, como la que causa la salmonelosis. Por otro lado, dada su resistencia a la cloración, se propaga con gran facilidad por el agua, con el riesgo de epidemia que esto supone.
Cultivo in vitro
Actualmente, se continúa trabajando en la vía más interesante, la del cultivo in vitro. “Hay que tener en cuenta que hoy en día no existe ningún tratamiento eficaz contra este parásito. Todas las estrategias que se utilizan en el presente son de tipo sintomático, lo cual es demasiado arriesgado en casos extremos como los de los enfermos de SIDA”, afirma María José Rosales. Las investigadoras granadinas han descubierto que existen una serie de fases en el desarrollo del protozoo que no habían sido descritas con anterioridad.
En este sentido, se abre la posibilidad de probar tratamientos nuevos. Existen herbicidas y agentes quimioterapeúticos que pueden ser muy efectivos en la lucha contra el Cryptosporidium. “Encontrar un fármaco eficaz es algo que puede estar lejos o cerca. Nunca se sabe en el trabajo científico, dónde acaba el esfuerzo y comienza la suerte”, señala Mascaró.
Entre las principales vías de propagación, hay que prestar una especial atención, además de al agua, a la cadena alimenticia. En otros países de nuestro entorno ya se están realizando controles en productos tan comunes como carne, leche, mariscos, y agua de suministro doméstico. El fin último es detectar el parásito y comprobar qué tipo de tratamientos soportaría cada uno de ellos.
Vías de infección en Granada y en España
Mascaró y Rosales trabajan en la localización de rutas de infección por cryptosporidiosis en la provincia de Granada. Hay muchos tipos, y se sabe que hasta cinco de ellos pueden infectar al hombre. Dentro de cada especie, hay genotipos. Así, la búsqueda del agente dañino se torna muy complicada. Dentro del denominado Cryptosporidium parvum, se sabe que los genotipos 1 y 2 afectan al ser humano. Además, dentro de cada uno de ellos hay distintas virulencias, hasta 50 en el caso del genotipo 1.
En España, se podría poner en marcha próximamente un sistema de análisis protozoológico en aguas. El equipo de Carmen Mascaró, el único andaluz que trabaja en esta línea de investigación, tiene formalizada una patente en relación con estas técnicas de detección. Por otro lado, todos estos trabajos científicos redundan en la agenda de desarrollo para países del Tercer Mundo que promueve el apartado de Parasitología y Medicina Tropical de la cátedra UNESCO.
Más información: Prof. Carmen Mascaró Lezcano. Dpto. de Parasitología de la Universidad de Granada. Tlf.: 958 24 07 91 – Correo e: cmascaro@ugr.es