Inicio / Historico

El maltratador intenta aleccionar a la mujer con cada agresión para conseguir su control y sumisión en la relación de pareja

El profesor de Medicina Forense de la Universidad de Granada, Miguel Lorente Acosta ha publicado recientemente el libro Mi marido me pega lo normal. Un volumen que nace la experiencia médica con mujeres maltratadas. Según el propio autor «tomé contacto con la realidad de la agresión a la mujer cuando empecé a trabajar como médico forense, allá por 1988. Entonces comencé a ver mujeres que acudían al juzgado tras haber puesto una denuncia porque sus maridos o compañeros les habían dado una paliza. En todas ellas había una serie de características comunes: se trataba siempre de «palizas» no de unos cuantos golpes aislados, no era la primera vez sino que llevaban años bajo ese patrón de conducta, la violencia cada vez iba a más,… y lo que más me llamó la atención era su actitud. Todas acudían como avergonzadas, pensando que parte de la culpa la tenían ellas mismas, todas justificaban al marido y decían que era muy buena persona excepto cuando se enfadaba, todas estaban hundidas psicológicamente, casi todas retiraban la denuncia al cabo de unos días y todas pensaban que sus maridos les pegaban lo normal, pero que ese día se habían pasado.

Esa situación de normalidad en una conducta tan anormal como lo es la violencia, pero todavía más en una relación de pareja fundamentada en el amor y en las relaciones afectivas, y toda la serie de justificaciones hacia al agresor y de corresponsabilizar a la víctima, no ya sólo por ella misma, sino por la sociedad en general, me hizo pensar que había algo que no cuadraba en todo este tema y decidí ponerme a trabajar e investigar sobre él».

Miguel Lorente comenzó, entonces, a estudiar de forma más detallada las agresiones a la mujer. De este modo, «me di cuenta de que en los textos de Medicina Legal la agresión a la mujer se consideraba como parte de la violencia interpersonal, sólo que circunscrita a un ambiente específico, como lo era la relación de pareja, por eso se la denominaba (y se sigue haciendo) como violencia familiar o violencia doméstica, cuando el ambiente familiar o doméstico sólo es el escenario más común donde se desarrolla este tipo de violencia, pero también se produce antes, durante la relación de noviazgo, y no cesa tras la finalización del ambiente familiar o doméstico, puesto que continúa, y a veces con mayor intensidad, por parte de los ex-maridos o ex-compañeros. Bajo este planteamiento general consideré que se trataba de un síndrome, no de una serie de casos aislados que se repiten con más o menos frecuencia, y lo definí como SÍNDROME DE AGRESIÓN A LA MUJER, el cual tiene tres manifestaciones: el maltrato en el seno de la relación de pareja (también sería un síndrome, el Síndrome de Maltrato a la Mujer), las agresiones sexuales en las relaciones de la vida en sociedad, y el acoso sexual en el medio laboral. Es decir, en los tras ámbitos fundamentales en los que se desarrolla una persona (pareja-familia, sociedad y trabajo) la mujer puede ser víctima de agresiones por parte del hombre por toda la serie de condicionantes socio-culturales androcéntricos que la sitúan en una posición de inferioridad, y que otorgan a este cierta autoridad para llevar a cabo dicho control por diversos medios, entre ellos la violencia».

Violación y acoso

Tras este estudio Miguel Lorente publico el trabajo titulado Síndrome de agresión a la mujer, que ganó el premio de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Granada. «Continué con el estudio y en 1998 publiqué en la editorial Comares el libro Agresión a la Mujer: Maltrato, violación y acoso. Este primer libro sobre el tema es un libro no exclusivamente, pero sí fundamentalmente técnico, dirigido a los

diferentes profesionales que tienen contacto con los casos (médicos, personal de enfermería, abogados, jueces, fiscales, psicólogos, trabajadores sociales,…) para que conozcan las características de estos casos y cómo actuar ante ellos. En cualquier caso, se mantiene una reflexión general que sitúa el origen de estas agresiones en ese contexto socio-cultural androcéntrico, y cómo son precisamente esas circunstancias las que matizan las manifestaciones de la violencia y las reacciones e interpretación que se hacen tras cada caso».

Sin embargo, este experto de la Universidad de Granada, al continuar trabajando en el tema y tener la posibilidad de participar en muchas reuniones y conferencias en España y en otros países como experto de la Organización Mundial de la Salud, observó que el problema no podría ser solucionado sólo desde posiciones técnicas o institucionales, «sino que también era necesario (quizá sea más importante) plantear el debate y la reflexión en el seno de la propia sociedad, puesto que son muchos los mitos que se levantan y las creencias que deforman la realidad de la agresión a la mujer».

Esta ha sido la idea que creó su tercera obra: Mi marido me pega lo normal, «para que la sociedad conozca esa realidad que se esconde tras los mitos y creencias que a modo de velos transparentes ocultan su esencia; ninguno de ellos sería capaz de hacerlo por sí solo, pero entre todos ellos forman una capa opaca que no deja ver los que queda debajo. Y es que los mecanismos que ese contexto socio-cultural desarrolla para que no se quiebre ni altere el orden social establecido son tan subliminales y sutiles que realmente resulta muy difícil reconocerlos y considerarlos, por eso siempre es más fácil pensar que se trata de casos aislados o que se limita a determinados ambientes en lugar de verlo como algo común al conjunto de la sociedad, como por ejemplo pensar que se debe a hombres con problemas con el alcohol o las drogas, a situaciones de marginalidad o de niveles socio-culturales bajos, a la falta de una adecuada educación…»

En este libro se explica cómo la agresión ha estado presente siempre a lo largo de la Historia, y como tanto en la forma de llevarse a cabo como en la estrategia seguida por el maltratador, se diferencia de cualquier otro tipo de violencia interpersonal «y busca el objetivo último, que no es producir un daño a la mujer, sino aleccionarla con cada agresión para conseguir su control y sumisión en la relación de pareja. De este modo el agresor obtiene una posición de privilegio y unos beneficios objetivos y prácticos; este componente funcional de la violencia de género es fundamental para entenderla, de hecho el argumento que más repiten los maltratadores cuando se les pregunta sobre su conducta es: «a mí me va bien»».

Los diferentes capítulos del libro ofrecen esta orientación y esta intención de desmontar toda la serie de creencias y mitos que esconden la realidad. Al final hay dos capítulos, uno sobre las medidas a adoptar y una crítica a las que ya existen, para que no todo quede en declaración de intenciones; y otro final donde se reflexiona sobre la igualdad en un escenario futuro, pero caminando desde el presente. En este último capítulo se hace una serie de reflexiones sobre el feminismo y la teoría feminista, «de todo lo bueno que contiene y de cómo se ha denostado y presentado como un peligro, paradójicamente, contra la propia mujer. Al final prevalece un mensaje de esperanza, pero siempre como algo que hay que conseguir, no como algo que llegará por sí solo». La última parte es un anexo donde se presentan distintas gráficas con los datos estadísticos sobre la agresión a la mujer y donde el autor analiza el significado que guardan esos datos.

Para más información:
Miguel Lorente Acosta. Medicina Legal, Toxicología y Psiquiatría.
Teléfono: 958. 249928 // 243491