Los niños de los matrimonios a distancia corren el riesgo de padecer enfermedades psíquicas como la depresión, la ansiedad o la anomia social (desviación o ruptura de las normas sociales) debido a los sentimientos de soledad, desamparo o resentimiento que ocasiona el distanciamiento de una de las figuras parentales. Así lo revela un estudio desarrollado por Roseta Rodrigo, del departamento de Sociología de la Universidad de Granada, en el que se ha analizado, a través de entrevistas, la situación que viven 20 mujeres andaluzas que están inmersas en un matrimonio a distancia.
La incorporación de la mujer al mercado laboral y la necesidad de consolidar su carrera profesional son algunos de los factores que han propiciado el incremento de esta nueva modalidad familiar provocada en la mayoría de los casos por motivos económicos, la seguridad en uno de los trabajos, dobles carreras, traslados, ascensos o trabajos móviles.
La mayoría de estos matrimonios son, según Rodrigo, parejas jóvenes donde el principal motivo por el que viven separadas es la consecución de sus aspiraciones profesionales: “Ellos prefieren estar separados un tiempo al inicio de sus carreras profesionales para poder ascender y posteriormente, una vez conseguido cierto prestigio y posición, intentar un traslado de trabajo o un acercamiento a la localidad donde trabaja el cónyuge”.
Falta de comunicación e infidelidad
Aunque también existen matrimonios más mayores, sustentados en la distancia, existe una gran diferencia con respecto a los anteriores ya que, por un lado, ese alejamiento se produce en la mayoría de las ocasiones a consecuencia de un traslado del lugar de trabajo o de un trabajo móvil y, por el otro, que a diferencia de las parejas jóvenes éstas ya han consolidado su matrimonio, por lo que corren menor riesgo de terminar en divorcio aunque no por ello “se libran de hacer frente a algunos problemas como la infidelidad o la incomunicación”.
Para la socióloga, la proliferación cada vez mayor de matrimonios a distancia está favoreciendo también el incremento del número de divorcios en los últimos años ya que, por lo general, las parejas no pueden soportar la soledad y la tristeza que provocan la ausencia del cónyuge, principalmente cuando han transcurrido más de cinco años sin que esta situación hay experimentado ningún cambio.
Pero el divorcio no es la única consecuencia de la distancia. La aparición de problemas psíquicos en ambos miembros de la pareja como la depresión, la inestabilidad, el estrés, la tristeza, la soledad y los cambios de humor son otras de las consecuencias que conlleva esta nueva modalidad de estructura familiar.
La pérdida de comunicación con la pareja, el aislamiento social, el incremento de los gastos, el reajuste de las relaciones íntimas, la distancia emocional, la paternidad en solitario, la sobrecarga de tareas domésticas o la infidelidad son otros de los inconvenientes de vivir separados.
Los niños también salen perjudicados de esta situación, ya que como asegura la autora del estudio, en la mayoría de los casos, los más pequeños experimentan sentimientos de tristeza y añoranza hacia el padre ausente y surgen actitudes de rebeldía y rechazo para mostrar el resentimiento que sienten hacia su progenitor por el abandono al que se han visto sometidos.
Medidas desde la empresa
Pese a estas consecuencias, los matrimonios a distancia siguen en aumento, una situación que hay que frenar para evitar la proliferación cada vez mayor de problemas psíquicos entre la población. El teletrabajo, el teletraslado o la videoconferencia son algunas de las soluciones que propone Roseta Rodrigo, quien recuerda que grandes empresas como Nestlé, City Bank, Caja Madrid o IBM ya se han dado cuenta de esta situación y han tomado medidas de conciliación familiar.
En este sentido, la investigadora hace alusión a unas palabras de Chinchilla para explicar que los matrimonios a distancia a la larga también afectan a los empresarios: “A menos que se encuentren soluciones para armonizar el ámbito laboral y familiar, las empresas se enfrentarán a costes crecientes en cuanto a una productividad en descenso, una peor calidad de vida y una pérdida de empleados que son cada vez más exigentes”.
Referencia
Roseta Rodrigo. Departamento de Sociología
Tel. 958 271 554. Móvil: 647 014 117
Correo e. rrodrigo@terra.es