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Expertos reunidos por el Centro Mediterráneo en Guadix advierten sobre las expectativas abiertas ante el turismo rural

El turismo rural llega a España en los años 90 como alternativa a la masificación de los destinos turísticos. El nuevo turista empieza a exigir una oferta que se destaque por la calidad y la personalización, un producto con valor añadido. Un turista que pasa de consumidor neófito a experto con unas exigencias mayores. Para dar respuesta a esta demanda, en la última década se ha producido un importante desarrollo de una nueva forma de turismo, el rural, que se enmarca en un contexto específico y, por tanto, con unas condicionantes y unas ventajas también peculiares.

Pero, según los expertos reunidos en el curso que organiza el Centro Mediterráneo de la Universidad de Granada en Guadix, este aumento de la oferta, que ha llevado a un incremento de la competencia, no ha sido consecuente con la demanda existente, ya que se ha visto impulsado por una sobredimensión de las expectativas ante el turismo rural. A pesar de ello, el turismo rural significa un importante motor de desarrollo de áreas de economía débil, espacios que tienen una carga de tradición muy fuerte, además de representar una alternativa atractiva para un turista de renta media, media-alta, con una sensibilidad mayor hacia el medio ambiente y que busca algo distinto del sol y la playa: un trato diferencial, el contacto con la naturaleza, la tranquilidad y la autenticidad.

Sin embargo, el turismo rural, como ha señalado Enrique Torres Bernier, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga y presidente de ACECIT, se enfrenta, en su desarrollo, a una serie de condicionantes. El problema de su identidad, de definir qué es; la ubicación en espacios frágiles, con una población envejecida y poco cualificada, con poca capacidad financiera para invertir. Además tiene que hacer frente a la propia estructura empresarial que tiene y a la escasa regulación de esta actividad, que permite el ejercicio de la economía sumergida y por tanto, dificulta el control de la calidad. En este sentido, Torres Bernier señala que se debe apostar especialmente por una formación específica y en los casos en que sea necesario, una intervención pública, bien para impulsar estas iniciativas en sus primeras fases de desarrollo, bien para servir de ejemplo.


Referencia: Enrique Torres Bernier.
Profesor Titular de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga.
Presidente de ACECIT. Tlf. 657 950081.