El oscurantismo que siguió a la guerra civil española se dejó sentir en todos los ámbitos de la vida, especialmente en el cultural. La falta de rumbo que presentaba la arquitectura en España tras el desastre de 1898 se agravó con el intento del franquismo de crear su propio modelo artístico. La familia, la religión y la jerarquía impregnaron las nuevas formas, alejadas de la las preocupaciones sociales más inmediatas.
En este contexto, fue un monumento con más de quinientos años de historia el que arrojó luz sobre el sombrío panorama artístico. Así lo reclaman los especialistas reunidos en Granada durante esta semana para reexaminar el valor de la Alhambra como fuente de inspiración para proyectos actuales.
Las autoridades franquistas no pudieron evitar, señala el catedrático de Historia del Arte Ignacio Henares, que los artistas volviesen a la Alhambra para recrearse en la modernidad y vanguardismo del viejo monumento. Así, un conocido grupo de arquitectos reclamó en 1953 una visión menos romántica y más cercana al cubismo. Sus impresiones quedaron recogidas en un Manifiesto que inspiraría a numerosos artistas en sus obras.
Cincuenta años después, los arquitectos que firmaron el Manifiesto de la Alhambra no tienen ninguna duda a la hora de reiterar su compromiso con las sugerencias que ofrece el monumento nazarí. Para el conocido arquitecto Fernando Chueca Goitia, “observamos en la Alhambra el recto uso de materiales (…) Comprobamos que la decoración es respetuosa con la arquitectura, subordinada a ella. También en los jardines encontramos enseñanzas valiosas”.
Las numerosas lecturas que admite la Alhambra corren parejas a las propuestas arquitectónicas de la que es capaz. No en vano, todos los expertos reunidos por el Centro Mediterráneo y el Patronato de la Alambra coinciden en una idea: la arquitectura actual debe acudir más al viejo monumento y aprender del silencio de sus formas.
Más información: Angel Isac Martínez de Carvajal 958-521377 / 619-077541