Los sistemas actuales de prevención y salud laboral, diseñados por técnicos y expertos en prevención, no son eficaces porque aplican medidas basadas en una visión del riesgo exclusivamente experta, y excluyen la opinión y percepción de los propios trabajadores. Así lo ha manifestado el profesor de Historia de la Ciencia de la UGR Alfredo Menéndez Navarro, durante su participación en el curso “Prevención de riesgos laborales: un enfoque multidisciplinar”, que celebra el Centro Mediterráneo de la Universidad de Granada a lo largo de esta semana en Almuñécar (Granada). Para el profesor Menéndez, el actual abordaje de la salud laboral sólo otorga voz en materia de prevención al experto en riesgos laborales y excluye a los demás porque entiende que no tienen nada que decir, ya que el valor de su conocimiento es muy inferior al del especialista. Este modelo actual de prevención, basado en la “cultura experta”, es insuficiente y proporciona una visión muy restrictiva de los riesgos laborales, convirtiendo todo el conjunto de técnicas preventivas en imposiciones sobre los trabajadores.
Para el profesor Menéndez, el gran problema del actual modelo de prevención basado en el punto de vista de la cultura experta, es que excluye los determinantes sociales del riesgo. “Se piensa en el funcionamiento de las máquinas, que es importante. Cómo es el proceso, cómo funcionan esas máquinas, cómo podemos evitar que corten cuando no debe cortar… pero no se piensa en los ritmos de trabajo ni en las condiciones de contratación”. Todo ese conjunto de elementos se suelen quedar fuera de la mirada experta, y sobre eso, no se interviene, ni se recoge en los planes de prevención. Al minimizar o no tener en consideración esos determinantes sociales, se están dejando fuera del esquema preventivo elementos que son fundamentales para la prevención. La cultura experta concibe la percepción del riesgo como algo objetivo, como el hecho probabilístico de que pueda producirse un accidente, pero el trabajador también lo entiende como una serie de factores culturales y sociales que le afectan a la hora de desempeñar su trabajo. Eso hace que el trabajador no detecte como riesgos cosas que el experto sí percibe, y viceversa.
Para el profesor Menéndez, si se generan áreas de intersección mayores entre la cultura experta y la cultura obrera, se podrá hacer una prevención mucho más efectiva. Las medidas que integran una visión más amplia, incluyendo otros determinantes sociales, son mucho más eficaces que aquellas que inciden de forma exclusiva sobre lo que el técnico describe como riesgo. Sin embargo, las condiciones, el modelo económico y el contexto de la sociedad actual no favorecen la posibilidad de que se pueda dar un modelo de prevención más participativo, en el que haya que consensuar las medidas entre los expertos y los trabajadores.
Enfermedades “invisibles”
Según señala Alfredo Menéndez, una de las más graves consecuencias de esa visión parcial y restrictiva del actual modelo de salud laboral es la indiferencia ante aquellos problemas de salud originados por el trabajo que, al no haber sido diagnosticados por los expertos y técnicos en prevención, no están reconocidos como enfermedades laborales. Para el profesor Menéndez, esta situación está generando un verdadero “drama social de exclusión”, y pone como ejemplo a los trabajadores del amianto en España, a los que considera “triples víctimas” de este sistema. “En primer lugar, por haber enfermado. En segundo término, por no haber sido compensados justamente. Y, por último, porque a todo ese drama se une la indiferencia social. Porque aquí, podemos sentir dolor por unos soldados que pierden su vida en una misión de paz o por unos obreros de la construcción que fallecen en un accidente, pero los muertos por enfermedades, que son un número muy importante, parecen no existir”.
El profesor Menéndez ofrece en este sentido un dato revelador: por cada muerte por accidente laboral, fallecen dos o tres personas a consecuencia de enfermedades profesionales y, sin embargo, “las estadísticas son irrisorias. La cuestión es que el problema se invisibiliza socialmente, porque el sistema se limita a aceptar como enfermedades profesionales tan sólo a aquéllas que son reconocidas legalmente. Sólo en Gran Bretaña, el número de fallecidos por enfermedades profesionales derivadas del contacto con el amianto supera el número de muertos por accidente de tráfico en España”.
“El gran problema del actual modelo de prevención es que excluye los determinantes sociales del riesgo”
“Por cada muerte por accidente laboral, fallecen dos o tres personas a consecuencia de enfermedades profesionales y, sin embargo, las estadísticas son irrisorias”
Referencia
Alfredo Menéndez Navarro. Dpto. Anatomía Patológica e Historia de la Ciencia. Universidad de Granada
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