Desde hace cuatro meses el maíz “BT-11” se comercializa legalmente en Europa. Esta variedad de maíz dulce, fabricado por la firma suiza Syngenta, será vendido en bote o en forma de palomitas. Así, por primera vez desde 1999, los países de la UE podrán importar un alimento genéticamente modificado. Con esta decisión, Europa ha puesto fin a una moratoria sobre estos organismos que se fundaba, principalmente, en la falta de estudios sobre las consecuencias de los mismos.
Las ventajas e inconvenientes de estos alimentos aún no están claras para la mayor parte de los consumidores, si bien diversos colectivos sociales y organizaciones ecologistas como Greenpeace no dejan de alertar acerca de los riesgos de los transgénicos. La legislación actual sostiene que la empresa que vende este tipo de alimentos tiene la obligación de presentar informes científicos que demuestren que el producto en cuestión es seguro para la salud de las personas y para el medio ambiente. Pese a la normativa, durante seis años no se ha aprobado la venta de ningún compuesto gracias a los votos contrarios de países como Austria, Grecia, Italia, Francia y Dinamarca.
Para dilucidar las posibles consecuencias de estos organismos modificados, Almuñécar acoge esta semana un encuentro de nutricionistas, fisiólogos y biólogos. El curso “La manipulación genética de los organismos: entre la necesidad y el riesgo”, organizado por el Centro Mediterráneo, abordará también temas como las implicaciones legales y medioambientales de los OMG; el uso de animales transgénicos en investigación biomédica y la obtención de fármacos a partir de éstos.
En la actualidad, la regulación de los alimentos modificados se muestra proteccionista al obligar a las empresas a etiquetarlos escrupulosamente. El texto es obligatorio para todos aquellos alimentos envasados o frescos que en su composición tengan más de un 0’9 por ciento de material manipulado.
Referencia:
Prof.Antonio Ríos Guadix.
Catedrático de Biología Celular.
Universidad de Granada.
Tlf: 686 464336.