Los niños, ¿deben tomar mucha leche?
Leche, algo más que una bebida
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Los niños que no beben leche de vaca presentan el doble de riesgo de padecer roturas óseas.
Ricardo Goncebat, EFE
¿Dónde esta la verdad?
Más allá del calcio
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Los riesgos, según sus críticos
Fresca, pasteurizada, descremada, esterilizada, UHT, concentrada, deshidratada. Enriquecida con ácidos grasos, plantas medicinales, vitaminas, minerales. La variedad de leches crece día a día, aumentando las virtudes de la reina del calcio. Hay riesgos para los niños que no las toman. Pero no todo es color de leche: algunos no la toleran y los naturistas la critican.
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¿Dónde esta la verdad?
Los expertos lo recalcan y los estudios lo confirman: por muy familiarizados que estemos con ella, no debemos olvidarla, y aunque ya es sabido que es uno de los alimentos más completos, cada vez se descubren mejores razones para incluirla en la dieta de niños y adultos.
Un estudio de la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda, concluye que los niños que no beben leche de vaca presentan el doble de riesgo de padecer roturas óseas, frente a los que sí consumen este alimento.
Ingerir leche semidesnatada y enriquecida con ácidos grasos omega-3 y oleico y vitaminas B6, E y ácido fólico durante ocho semanas, reduce los triglicéridos en un 24 por ciento, así como los niveles de colesterol total, colesterol LDL, y homocisteína, factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular, según un trabajo de investigadores universitarios de Granada, en España.
Según otra investigación publicada en el Diario de la Asociación Dietética Americana (JADA, en inglés), beber tres vasos de leche al día estimula el fortalecimiento de los huesos y mejora el perfil nutritivo, al aumentar la ingestión de vitamina A, vitamina D, riboflavina, calcio y fósforo.