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Tricotilomanía o arrancarse el pelo tras el estrés

Tricotilomanía o arrancarse el pelo tras el estrés

El trastorno psicológico de la tricotilomanía suele generar vergüenza social, pues quien lo padece tiene miedo al rechazo que conlleva aparecer en público con síntomas evidentes de haberse arrancado el cabello.

Este hábito de autoagresión no se suele producir en presencia de otras personas, salvo miembros muy próximos de la familia, y quienes lo sufren niegan u ocultan el trastorno, llegando incluso a camuflar la alopecia producida .

Considerada como un trastorno del control de los impulsos, el especialista que trate al paciente debe efectuar un diagnóstico en función de las zonas afectadas en en cuero capilar, debiendo descartarse patologías dermatológicas (como la alopecia areata o la calvicie común).

Distracción o estrés, llegando al placer
Manuel Valdés Miyar, psiquiatra del Hospital Clínico de Barcelona, asegura que “los episodios de arrancamiento de pelo aparecen a menudo durante los estados de relajación y distracción”, pero lo habitual es hacerlo en circunstancias estresantes.
Además, lo común es que el tricotilomaníaco se arranque el pelo de la cabeza, las cejas, o las pestañas, añade el psiquiatra, “pero también puede hacerlo en las axilas, el pubis o la zona perirrectal”.

“En algunos sujetos (indica Valdés Miyar) la tensión no precede necesariamente al acto, sino que va asociada al intento de resistir la necesidad… Hay gratificación, bienestar o sensación de liberación cuando se ha arrancado el cabello”.

Un porcentaje de afectados se arranca el pelo debido a una enfermedad mental grave, como la esquizofrenia, pero también se dan casos en que se autoagreden de esta manera como consecuencia de algún problema psíquico transitorio y no vuelven a hacerlo una vez que superan la fase de angustia.

Los trastornos del trastorno
José Manuel Pérez Quesada, psicólogo coordinador de la Web tricotilomanía.org, documenta que la tricofagia (comer cabellos), que se asocia a los episodios de tricotilomanía, puede desencadenar anemia, dolor abdominal, náuseas, vómitos, obstrucción abdominal e incluso perforación.
Otro de las manías relacionadas con posibles episodios de tricotilomanía son el retorcimiento o sujección de la trenza entre los dientes o la onicofagia (comerse las uñas).

Otras variantes de la tricotilomanía consisten en el impulso irreprimible de arrancar el pelo a otras personas, a los animales domésticos, muñecas o materiales fibrosos, como jerseys y alfombras.

Trinidad Aparicio, psicóloga clínica de la Universidad de Granada, aduce que «los estudios realizados hasta la fecha y las estadísticas epidemiológicas coinciden en que este trastorno suele aparecer entre los 3 y los 7 años de edad, afecta a un 4% de la población y es más común en mujeres que hombres».

El tratamiento más usual para combatir la tricotilomanía es el psicológico, aunque también se recurre en determinados casos a fármacos.

Educar para afrontar el problema
El doctor Pérez Quesada advierte de que es fundamental una detección precoz del problema y educar a los padres con hijos tricotilomaníacos para que actúen con prudencia y recurran al asesoramiento psicológico en cuanto perciban la actitud autoagresiva.

Algunos progenitores creen erróneamente que esta patología se resuelve rapando al cero las cabezas de sus hijos o bien envolviendo con esparadrapo sus dedos para que no se tiren del pelo. Estas medidas, según Pérez Quesada, «no hacen sino posponer el problema».

Los expertos proponen abordar ante todo la terapia del comportamiento y el contracondicionamiento del tricotilomaníaco. También es importante tratar de disminuir el nivel de estrés y ansiedad del afectado.
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