Las mujeres tuvieron más poder y presencia de lo que se creía en la Alhambra.
Las mujeres del Reino Nazarí de Granada que habitaron la Alhambra tuvieron una gran presencia y poder, incluso político, una realidad muy distinta a la que hasta ahora se ha transmitido, que muestra una imagen romántica de éstas como bailarinas o concubinas.
Así lo puso de manifiesto la vicerrectora de Patrimonio de la Universidad de Granada, Elena Díez Jorge, quien participa hoy en un ciclo sobre la Alhambra con la conferencia Espacios femeninos y carácter intercultural de la Alhambra.
Díez explicó a Efe que, tradicionalmente, al igual que la Alhambra se ha interpretado como un símbolo de la victoria de la cristiandad sobre el Islám, cuya máxima expresión es el Palacio de Carlos V, del mismo modo el monumento nazarí ha sido estudiado desde una perspectiva masculina.
Según esta visión, los espacios en la Alhambra eran para sultanes, y las mujeres eran interpretadas de una manera muy romántica, como un gran harén donde había bailarinas, concubinas, apuntó Díez.
Sin embargo, la realidad es muy distinta, según la experta, quien aseguró que en la Alhambra había espacios diferenciados y separados para hombres y mujeres, que luego se mantuvieron en la época cristiana.
Según Díez, las mujeres de la familia real nazarí tenían un patrimonio riquísimo, importantísimo, e intervinieron en la política desde su propio papel de género, como mujer de, madre de.
Esta experta propone hacer una relectura de la Alhambra desde una perspectiva de género, es decir, la relación de los espacios masculinos con los femeninos, intentando visualizar a las mujeres también como protagonistas en el mecenazgo y la construcción de la Alhambra.
En su conferencia, Díez también abordará la interculturalidad en la Alhambra, un aspecto también bastante desconocido del monumento nazarí, que hasta ahora se ha visto como un espacio eminentemente islámico, señaló.
Sin embargo, gran parte de la Alhambra que contemplamos hoy en día tiene mucho de cristiana, según la investigadora, quien aseguró que desde el mismo momento en que se conquista la ciudad ya se empieza a restaurar, intervenir, crear nuevos lenguajes cristianos en el monumento.
Díez centrará su intervención en cómo se produce este diálogo entre el legado islámico y el cristiano en el momento de la conquista, a finales del siglo XV, concretamente en 1492.
Tradicionalmente, se ha interpretado este momento como un proceso de aculturación, en el que se produjo una imposición de lo cristiano sobre lo islámico, y que la Alhambra se toma como un símbolo de victoria, de trofeo.
Esto es en parte cierto, pero también es verdad que hay un diálogo intercultural en el que prima el mantener, el respetar y admirar todo lo que había producido la civilización de al-Andalus, dijo Díez.
La investigadora consideró muy necesario incorporar ese matiz a la historia de la Alhambra, porque si no estamos interpretando el patrimonio de manera sesgada, pensado siempre en ese continuo enfrentamiento entre musulmanes y cristianos, recalcó.