«Las clases dominantes siempre colocan como representantes de la maldad a la mujer»
Bajo el título «La lectura de los libros cerrados», Juan Carlos Rodríguez, profesor de la Universidad de Granada ha hablado de la vida misma, la experiencia de vivir, que el considera más bien la experiencia de sobrevivir, dentro del curso sobre Lengua y Literatura que se imparte este fin de semana en Aguadulce.
«Los libros cerrados somos nosotros mismos ante nosotros mismos; si las narraciones existen es porque nosotros necesitamos narrar nuestra propia vida», afirma Rodríguez, quién asegura que «nunca ha habido diferencia entre ficción y narración por el simple hecho de que nosotros nos inventamos cada día».
De hecho, cuando todo el mundo pudo ver las Torres Gemelas ardiendo y desmoronándose aquellos que postulaban que la realidad no existía, que sólo existía el lenguaje tuvieron que asimilar que lo que caía desde las Torres no eran actores, ha comentado el Profesor, para quién ese fue el final del postmodernismo.
«Nuestra vida nos gustaría transmitirla en el cuento de nunca acabar y pretendemos hacerlo sabiendo de que se acabará, pero por eso mismo necesitamos que nunca se acabe», por ello, dice Juan Carlos Rodríguez nadie puede existir sin construirse su propia memoria narrativa, desde que somos niños hasta la vejez.
Y cada uno lo cuenta a su manera: «es curioso porque hay otros libros cerrados como los medievales o el Quijote que nos cuenta la vida en otros sistemas sociales».
¿Cuál es entonces el espejismo? Para Rodríguez está claro: «las clases dominantes construyen algo, pero no cuentan la verdadera vida, es su forma de controlar la reproducción de la vida». Y en este esquema se va más allá para perpetuar el control: «se trata de controlar quien reproduce la vida, por eso las clases dominantes siempre colocan como representante de la maldad a la mujer ya que ella es la responsable directa de garantizar la reproducción de la vida».
Rodríguez ha hablado sobre la conquista de América, realmente asombrosa, pues con 160 hombres, pocos caballos y menos escopetas se venció a todo un imperio estructurado: «y nos han transmitido el papel de la princesa azteca que traicionó a su pueblo, es inverosímil, algo tenía que haber… Sencillamente Moctezuma tenía bastantes enemigos entre su pueblo».
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