72462 Sí señor. Hay dichos que reflejan a la perfección las realidades de la vida. Uno de ellos es ese que, cuando uno se harta (o ‘jarta’ si está en Cádiz) de comer o de beber, asegura que se ha puesto ciego (también hay quien dice que se ha puesto hasta el cul*, pero la investigación realizada no toca esa parte del cuerpo en esta ocasión). El caso es que existe base científica para eso de sentir que no se ve un pimiento cuando el nivel etílico en sangre sobrepasa los límites de lo razonable. Al menos es la conclusión a la que han llegado investigadores de la Universidad de Granada, aunque explicado de forma más elegante. Básicamente han concluido que la ingesta de alcohol empeora significativamente la visión por la noche, y provoca ciertas alteraciones visuales, como la percepción de halos.
Según los autores del estudio, pertenecientes al Laboratorio de Ciencias de la Visión y Aplicaciones de la UGR, la razón de esto es que el alcohol deteriora la película de lágrima que recubre superficialmente el ojo. El etanol que contienen las bebidas alcohólicas pasa a la lágrima y actúa como un disolvente de la capa más externa del lagrimal, la capa lipídica, lo que provoca que la parte acuosa de la lágrima se evapore. Y esto es lo que hace que la calidad de las imágenes que se forman en la retina se modifique, y no para mejor.
Para comprobar esto, evidentemente, hubo que verificar cómo de bien o mal veían las personas después de pimplar de lo lindo. Así es que se midió calidad de la imagen de la retina y el rendimiento visual nocturno en 67 personas ebrias (todo por la ciencia, dijeron antes de empezar). Luego se les midió la tasa de alcoholemia en aire espirado con un etilómetro que les prestó la Guardia Civil de Tráfico. Sin embargo, hay que aclarar que ninguno de los sujetos de estudio ha sufrido daños durante el experimento. Es más. Ya que tenían el deber de coger un buen pelotazo, los investigadores se aseguraron de que lo hacían con un vino de los buenos y, además, de la tierra. Para más detalles, con un vino granadino de la bodega Pago de Almaraes que, entre otras cosas, fue galardonado en el Internacional Challenge du Vin de Burdeos. Para que digan que ser cobaya no tiene sus ventajas.
Fue interesante comprobar cómo la visión empeora más en las personas que arrojaron cifras superiores a 0,25 mg/litro de alcohol por aire espirado, que es el límite que pone Tráfico para no ponerte una multa que se te caigan solos todos los puntos del carné y que, además, coincide con el recomendado por la OMS. Ahora, ¿cómo se puede saber lo bien o mal que está viendo alguien en estado de ebriedad y con poca luz?
La respuesta es el halómetro. Se trata de un test visual que desarrolló el propio laboratorio granadino y que es capaz de cuantificar las alteraciones en la visión nocturna, como esos halos de los que hablábamos antes. Según explica el profesor José Juan Castro Torres, autor principal del estudio, «esta investigación ofrece resultados muy útiles para la sociedad y la salud pública, especialmente en conducción nocturna, ya que consumo de alcohol y condiciones de baja iluminación son dos aspectos que están presentes en muchos accidentes de tráfico, por lo que la sociedad debe estar concienciada con los efectos que produce el consumo de alcohol, especialmente en la visión». Con estos datos en la mano, lo sensato sería que las normas acerca de los límites de alcohol en sangre y espirado, se endurecieran mucho más, especialmente por la noche o en condiciones de baja visibilidad. Al final, aplicar simplemente el famoso «Si bebes no conduzcas» (que curioso que lo promocionara un ciego) sería la mejor forma de evitar muchos accidentes.
Fuente: Universidad de Granada