– Manuel Ruiz Morales: «Si hay algo en lo que se debe invertir es en cultura porque nos hace libres»
«Muchos de los ponentes que han descubierto Melilla por primera vez han coincidido al señalar que esta ciudad es la gran olvidada»
El Palacio de Exposiciones y Congresos y el Centro Universitario de Melilla han sido, durante las últimas cuatro semanas, el espacio académico por excelencia gracias al programa ofertado por la Consejería de Cultura y la Universidad de Granada en los XVII Cursos Internacionales de la Universidad de Verano del Mediterráneo. Un año más, Manuel Ruiz Morales es el director académico de esta apuesta cultural que, edición tras edición, logra concitar el interés de los jóvenes por formarse durante su tiempo de asueto. Melilla se ha convertido en una auténtica referencia en todo el país por cuanto son más los estudiantes de la península que hacen de la ciudad autónoma una cita obligada para ampliar sus conocimientos de la mano de los mejores especialistas en la materia. Un compromiso que, tal y como confirmó en COPE, Manuel Ruiz Morales seguirá asumiendo con el único fin de afianzar un prestigio ya logrado.
El pasado jueves se celebraba el acto de clausura de los XVII Cursos Internacionales de la Universidad de Verano del Mediterráneo. ¿Cuál es el balance que realiza de esta edición?
Creo que, en general, es satisfactorio y positivo puesto que nuestro interés es abordar distintas áreas de conocimiento intentando colaborar con la ciudad y palpando las necesidades. Tratamos de complementar la formación universitaria y de los distintos profesionales que, a diario, trabajan en Melilla. Este año hemos ofrecido unos cursos de carácter teórico y práctico, insistiendo en nuestra intención de adelantarnos a la evolución que pueda sufrir el campo de la enseñanza en las próximas décadas.
¿Uno de los éxitos de esta oferta académica es el alto porcentaje de matriculaciones que se registran?
Sin duda alguna. No obstante, desde un principio decidimos limitar el número de alumnos en los cursos de carácter práctico porque entendemos que, con esta medida, el provecho que se obtiene es mucho mayor. En estos casos, el límite de matriculaciones era de 30 alumnos, tal y como impone su carácter práctico, pero puedo decir con gran satisfacción y hasta con un poco de vanidad que este año se ofertaron otros tres cursos a los que asistieron más de 70 alumnos. Sin embargo, entiendo que la única cuestión que todavía queda por conocer es saber si los alumnos comparten nuestra satisfacción.
¿Es complicado idear un programa académico que, año tras año, sea innovador?
Es uno de los objetivos que nos marcamos en cada edición. Siempre nos movemos y tocamos distintas áreas de conocimiento, aunque nos facilita la labor el hecho de que algunas asociaciones o instituciones profesionales nos propongan la puesta en marcha de un determinado curso. Lo que sí es cierto es que no podemos obtener un grado de satisfacción del cien por cien.
¿Cómo valora el curso sobre comunicación social con el que arrancó la edición de 2008 de la Universidad del Verano del Mediterráneo?
Hay que subrayar que los ponentes lograron algo que, hasta ahora, ha sido siempre bastante complicado y que no es otra cosa que hacer que los alumnos participasen en los coloquios y en las mesas redondas que se organizaron. A partir del segundo día los asistentes dejaron de sentarse en las butacas de las últimas filas para adelantarse unos sitios para, de este modo, discutir y aportar muchas ideas. Entre los ponentes había varios periodistas muy jóvenes, unos profesionales muy bien preparados, que supieron contactar con los alumnos y se logró un ambiente muy grato.
¿Ha sido arriesgado apostar por un programa que abordarse la teoría y la práctica de la interpretación teatral?
Tengo que subrayar que han sido muchos los alumnos que me han solicitado que se repita el próximo año. Desde el primer día, tanto María Ángeles Grande, directora del Aula de Teatro de la Universidad de Granada, como Sara Molina, directora escénica, han sabido enganchar a los jóvenes y hacer que aprendieran a expresarse, a manifestarse con su cuerpo. Por desgracia, no solemos repetir los cursos, pero siempre buscamos alguna actividad artística que complemente el rigor académico de otro tipo de ofertas.
¿Cuál ha sido el perfil de los alumnos de este año?
Gente muy joven y aspecto importante a resaltar es que la mayoría eran mujeres, con lo que hay que romper una lanza a su favor. Puede que tengan más inquietud y, de hecho, en los últimos años, en el ambiente universitario en el que me muevo, se ha detectado que existe un mayor porcentaje de alumnas que de alumnos.
¿Se puede plantear un verano en Melilla sin los cursos de la Universidad del Mediterráneo?
Yo creo que ya somos unos clásicos. En alguna ocasión he dicho que, con toda probabilidad, la actividad cultural del mes de julio en la ciudad autónoma gira en torno al funcionamiento de los cursos de verano. Si en algo se debe invertir es en cultura, porque es la cultura la que nos hace libres, por lo que es lo que hay que intentar promocionar. De hecho, el apoyo institucional es muy grande y el esfuerzo económico lo realiza la Consejería de Cultura, pero desde el Gobierno de Imbroda se está dispuesto a seguir promocionando y apoyando esta apuesta. Mientras mantengamos el nivel de calidad y el índice de alumnado con el que contamos en este momento podemos considerar que estamos muy satisfechos.
¿Sirven también estos cursos para promocionar Melilla?
El profesorado que no conocía Melilla se ha sorprendido por lo que aquí se ha encontrado. Muchos de los ponentes han coincidido al señalar que esta ciudad es la gran olvidada.
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