Quince científicos estudiarán la actividad sísmica y el comportamiento de los pingüinos desde la base de isla Decepción
¿Qué papel juega el olfato en la comunicación entre pingüinos? ¿Cómo se comporta la corteza terrestre ante la actividad sísmica? ¿Cómo afecta a la superficie la actividad volcánica? Cuatro proyectos de investigación andaluces buscarán la respuesta a esta y otras preguntas en el Polo Sur. Quince científicos desarrollarán cuatro líneas de trabajo en la base Gabriel de Castilla gracias a la expedición ‘ Antártida 2010-2011’, impulsada por el Ministerio de Ciencia e Innovación.
Los investigadores del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada serán los primeros en llegar a la base para vigilar la «peligrosa» actividad sísmica de isla Decepción. Su objetivo es velar por la seguridad de los especialistas en la zona y de los turistas que se acercan al lugar en crucero.
Este equipo también se hace cargo de un proyecto de mantenimiento de estaciones sísmicas de banda ancha para el análisis de la estructura cortical en el área de las Shetland del Sur. «Hemos instalado estaciones sísmicas permanentes en tres puntos del Antártico, separadas entre sí por unos 250 kilómetros, que cruzan el llamado Rift de Bransfield, una zona del planeta donde encontramos diferentes ambientes tectónicos a pequeña escala y donde queremos medir el comportamiento de la corteza ante la actividad sísmica», asegura el coordinador Javier Almendros. Para ello, utilizan un sismómetro electroquímico que no lleva masa -como la mayoría- sino un fluido que con las vibraciones produce una corriente eléctrica. Es de bajo impacto ambiental y de poco consumo.
Modelos matemáticos
La labor del Instituto Andaluz de Geofísica se complementa con el trabajo del equipo de Manuel Berrocoso, de la Universidad de Cádiz (UCA). Su misión científica se centra en la medición de las alteraciones en superficie que genera la actividad volcánica a partir de modelos matemáticos. Cinco investigadores viajarán a la Antártida para realizar tareas de vigilancia mediante técnicas geodésicas GPS (incorporadas recientemente), para eliminar el peligro de hacer mediciones sobre el terreno. Además, este año probarán un prototipo de estación multiparamétrica: mide al mismo tiempo la actividad sísmica, la deformación de la corteza y la temperatura. «El año pasado instalamos por primera vez dos mareógrafos para que hicieran mediciones en invierno (uno en cada base española) y no sabemos si seguirán allí cuando lleguemos. Sería increíble la información que nos podría proporcionar», aclara.
Por otro lado, la investigadora de la Estación Experimental de Zonas Áridas de Almería Luisa Amo pisará en enero la base de isla Decepción para estudiar «el sentido del olfato en los pingüinos». «Se sabe muy poco del papel de la comunicación química en las aves y los pingüinos antárticos ofrecen una excelente oportunidad para estudiar la importancia de las señales químicas en las relaciones de las aves tanto con otros individuos de su especie como con el medio que les rodea», explica. Los pingüinos se crían en densas colonias donde el reconocimiento entre individuos es «fundamental». «Además, poseen un olor característico, perceptible incluso al olfato humano, que nos sugiere que las señales químicas pueden tener cierta importancia en el reconocimiento entre individuos», menciona.