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“He tenido mucha fortuna en la vida y me siento un privilegiado”

“He tenido mucha fortuna en la vida y me siento un privilegiado”

El catedrático en Histología e isleño Antonio Campos Muñoz está considerado como uno de los personajes más relevantes actualmente dentro del panorama sanitario en España. En el 2004 ingresó en la Real Academia de la Medicina

JOSÉ F. CABEZA/san fernando
Antonio Campos Muñoz pasa por ser uno de los personajes más relevantes que tiene en la actualidad el panorama social isleño. Catedrático en Histología por la Universidad de Granada y miembro de la Real Academia Nacional de Medicina, no pierde la oportunidad de bajar por su tierra cada vez que puede para ver a su familia y, cómo no, impartir lecciones a través de sus ponencias. El pasado fin de semana, coincidiendo con un acto organizado por la Academia de San Romualdo y la Asociación de Enfermos de Parkinson, hizo un hueco en su agenda para atender a San Fernando Información. Campos Muñoz está considerado un reputado científico y los que le conocen destacan su vocación humanística. Actualmente combina sus trabajos de investigación con la enseñanza en la capital granadina, tras haber pasado los últimos cuatro años como director del Instituto Nacional de Salud Carlos III en Madrid.
–Para los que no le conozcan, ¿quién es Antonio Campos Muñoz?
–Es un isleño que disfruta mucho cada vez que viene a San Fernando y que aprecia y valora todo lo que esta ciudad significa para él. Yo digo muchas veces que parte de mi universidad y de todo lo que he aprendido se lo debo a los paseos que he dado con mis amigos por la calle Real. Además, la vida me ha ido llevando hasta distintos cargos de responsabilidad. Primero fuí profesor adjunto de la Facultad de Medicina de Cádiz, luego saqué la plaza de profesor agregado en la Facultad de Medicina de Oviedo y, por último, la cátedra en la de Granada, donde ya llevo muchos años.
–¿Le gusta más la enseñanza que otros campos?
–Personalmente es algo que me encanta, ya que la posibilidad de transmitir a las personas jóvenes ilusión y la idea de que tienen que mejorar nuestra sociedad es algo que me apasiona. Pero, por otra parte, la investigación también me llena de gran satisfacción cuando, después de mucho trabajo, uno encuentra respuestas a las preguntas que se va haciendo. Lo importante es que cada uno viva las actividades que desarrolla a lo largo de su vida de forma entusiasmada y con satisfacción.
–¿Qué ha supuesto la puesta en marcha de las redes temáticas sanitarias por las diferentes comunidades autónomas?
–Lo que he procurado en los diferentes sitios en los que he estado ha sido trabajar en pro de las redes tanto docentes como de investigación. Hoy día vivimos en un mundo interconectado y no podemos aislarnos. Posiblemente la revolución mas importante que se haya producido en Europa en los últimos 25 años han sido los programas Erasmus, que ha posibilitado que los estudiantes de las distintas universidades europeas puedan interrelacionarse, dando lugar a una nueva generación de europeos que tienen un gran conocimiento de todos los países. He procurado estimular a los alumnos a que formen parte de estos programas, pero también he intentado que ésto suceda dentro de España. Para ello pusimos en marcha la Red Cajal de intercambio dentro del territorio nacional. Por último, en el Instituto de Salud Carlos III introducimos un programa de redes de investigación con intercambios desde distintos laboratorios.
–¿Qué supuso su ingreso en la Real Academia de la Medicina y ocupando nada más y nada menos que el sillón número 38 de Santiago Ramón y Cajal?
–Es un honor tan grande que a veces uno se siente un privilegiado de la vida. La verdad es que lo único que puedo decir es que he tenido mucha fortuna. A lo largo de todos estos años me he dedicado a trabajar en mi campo, que es la Histología, y he procurado hacerlo lo mejor que he podido o he sabido dentro de mis limitaciones. Los miembros de la Academia han tenido la generosidad de votarme para ocupar ese sillón y yo no puedo más que darles las gracias. Siento una gran responsabilidad y ahora lo que voy a procurar desde este cargo es trabajar en todo aquello en lo que me encomienden.
–¿Y en que están trabajando dentro de la Academia actualmente?
–Estamos realizando un diccionario de términos médicos. Será una obra muy importante, ya que deben ser definidos con mucha precisión para, posteriormente, utilizar el español desde el punto de vista científico. Nuestra lengua no tiene que ser mutilada en este campo y procuramos encontrar las palabras adecuadas para aquellas que nos llegan procedentes desde otros países. Se trata de una labor bastante interesante.
–¿Se esperaba realmente su ingreso en la Real Academia de Medicina?
–La verdad es que no. Esto es fruto del azar y de las circunstancias. Todo es cuestión de estar en el sitio en el momento justo y que salga una vacante, para que luego te voten los miembros de la Academia
–¿Y en el sillón de Ramón y Cajal?
–Es algo increíble. Ha sido la figura más importante, no sólo de la ciencia española, sino de la universal. Hoy día sigue siendo el científico clásico más citado del mundo, incluso mucho más que Einstein. Eso es algo que la gente desconoce.
–Pero antes de su ingreso en la Academia, ya logró el premio ‘Edimsa’ al personaje sanitario del año en España en el 2000, ¿qué sintió?
–Como he dicho anteriormente, la verdad es que tengo que estarle muy agradecido a todo lo que me ha dado la vida. La gente es general es muy generosa conmigo. Este premio lo organiza una editorial médica y en aquella ocasión me seleccionaron con cinco personas más para optar a este galardón. La votación se realiza entre los médicos españoles y tuve la fortuna de resultar vencedor. La satisfacción es que se trata de un premio que te otorgan tus propios compañeros.
–¿Por qué destacan muchos su carácter humanista?
–La verdad es que el ser humano no se puede parcelar y no se puede dividir y decir que éste es de ciencia, éste es de letras, éste es tecnólogo, etc. Se trata de un ser en el que todas las caras de un poliedro tienen que estar presentes. Había un autor que decía que las ciencias y las humanidades no son dos lados de las cosas, sino dos lados de la misma cosa. Eso es cierto, ya que pienso que si los seres humanos no somos capaces de apreciar todas las cosas que el mundo encierra, pues nos las estamos perdiendo. Ortega y Gasset decía que la cultura es el repertorio de ideas que permite al hombre entender el mundo en el que vive, y yo soy de los que piensa que ningún ser humano entenderá el mundo en el que vive sí no trata de aproximarse a todas aquellas cosas que le ayudan a entenderlo. Yo disfruto mucho personalmente leyendo ensayos, literatura, poesía, artículos científicos, charlando con los amigos, a través de la pintura, es decir, me gusta aprovechar todo lo que la vida te ofrece.
–Da clases, es ponente, investiga y viaja mucho, ¿de dónde saca el tiempo?
–Es verdad que a veces tengo la sensación de que vivo agobiado, pero al final uno se da cuenta de que tiene tiempo para todo. Decía Gregorio Marañón que era un trapero del tiempo, no llego a esos extremos pero sí que trato de aprovechar todo lo que puedo. Si salgo de viaje y voy en tren o en avión, procuro leer, y también hay otras veces que perdemos nuestro tiempo en ver la televisión cuando hay que dosificarse un poco. Uno pasa muchas horas de su vida ocupándolas en nada y yo procuro pasear o hablar, ya que me declaro un amante de las tertulias, puesto que muchas de las ideas surgen de conversar con los demás.
–¿En qué proyecto está embarcado en la actualidad?
–Estoy trabajando en uno de los campos por los que pasa el futuro de la Histología, que es la ciencia que estudia los tejidos del cuerpo humano. Hasta ahora nos hemos ocupado en saber cómo son esos tejidos a través de los diferentes tipos de instrumentos. Sin embargo, estamos en un proceso de cambio muy importante dentro de esta ciencia que yo cultivo y es que estamos tratando de construir dichos tejidos, para luego usarlos en la parcela terapéutica médica. En mi laboratorio en Granada estamos trabajando en construir córneas artificiales y mucosas bucales. Hemos empezado a tener resultados muy interesantes en este campo. También estamos estudiando si las células que estamos usando para construir estos tejidos son viables o si al cabo del tiempo van a morir. Somos varias personas metidas en este proyecto y nos sentimos razonablemente satisfechos con los resultados. Estamos investigando con animales y ojalá podamos aplicarlo al ser humano.
–El año pasado, siendo director del Instituto de Salud Carlos III de Madrid, ¿cómo vivió la tragedia del 11-M?
–Lo viví bastante mal, ya que me hijo estaba en Atocha cuando sucedió. Yo estaba en casa y él había bajado un momento, ya que mi casa estaba justo al lado de la estación. Sentí como una vibración y noté algo. Al poco tiempo, mi hijo regreso y me dijo que cuando estaba cerca del andén oyó el ruido y vio a la gente correr. Me impactó mucho. Creo que todos los españoles sentimos ese día realmente lo que supone la amenaza terrorista.
–¿Qué se hace realmente en el Instituto de Salud Carlos III?
–Lo que se dedica es a prevenir enfermedades y en ese instituto tuvimos que hacer un trabajo muy duro cuando sucedió lo del virus asiático. En el Carlos III se viven este tipo de problemas en primera persona, sobre todo cuando son desconocidos.

El sillón de Ramón y Cajal

José f. cabeza
El profesor Antonio Campos Muñoz no olvidará facilmente la fecha del 17 de febrero de 2004, día en el que ingresó en la Real Academia Nacional de Medicina para ocupar el sillón número 38 de Histología, que con anterioridad ostentó el ilustre Santiago Ramón y Cajal. Este ha sido el mayor logro de su dilatada carrera en la que también ha sido distinguido con el premio Edimsa del 2000 al personaje sanitario del año y esta misma semana de desplazará hasta la Universidad Nacional de Córdoba en Argentina, ya que será investido como Doctor Honoris Causa por la institución académica más antigua del país sudamericano.
A sus 54 años ha ostentado cargos de reputada condición como el de decano de la Facultad de Farmacia, presidente de la Sociedad Española de Histología, presidente de la Asociación Europea de Facultades de Medicina o la dirección, hasta finales del 2004, del Instituto Nacional de Salud Carlos III de Madrid. En la actualidad imparte clases de Histología en la Facultad de Medicina de Granada.
A lo largo de su dilatada carrera ha publicado más de 100 trabajos de investigación y está considerado un reputado científico de vocación humanista. Ensayista y conferenciante en más de 11 países, Antonio Campos es el autor del libro titulado El cuerpo humano, la construcción de la libertad (1998), así como de otros manuales de texto, monografías y trabajos de investigación (más de 100) publicados en revistas nacionales e internacionales.
Ha sido, desde sus diferentes responsabilidades, el promotor del Plan Cajal de movilidad de estudiantes de Medicina en España (precursor el programa Séneca del Ministerio de Educación) y del programa de redes temáticas de investigación cooperativa del Instituto de Salud Carlos III, que agrupa a más de 11.000 investigadores en 69 redes temáticas sanitarias distribuidas en todas las comunidades autónomas.
Su amplio y brillante currículum incluye la medalla de oro de la Facultad de Medicina y de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Universidad de Granada; la medalla de oro del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Granada; colegiado de honor de los Colegios Oficiales de Médicos de Granada, Almería y Jaén; y medalla de Honor de la Universidad Carolina de Praga.

“Recordar sus olores y sabores supone una inyección de moral”

Antonio Campos Muñoz tiene muy presente que sus raíces están en San Fernando, aunque hace más de 25 años que tuvo que emigrar debido a su profesión, siempre que puede y su profesión se lo permite baja a su tierra. Entre otras cosas, se confiesa un amante de los churros que se hacen en el bar El 44.
-¿Cuántos años tenía cuando dejó La Isla?
-Me fuí de San Fernando con 28 años.
-¿Con qué frecuencia suele volver?
-Tengo aquí a mi familia y suelo venir cuatro o cinco veces al año. No he perdido el amor por esta tierra y cada vez que vengo la disfruto más. Cuando uno se va fuera es cuando valora aún más las cosas que ha tenido y para mi pasear por las calles de esta ciudad, recordar sus olores y sus sabores, o ver a los viejos amigos del instituto, suponen una gran inyección de energía. Siempre trato de disfrutar de la tierra que me vio nacer y de la Bahía en general.
-¿Cómo valora la situación actual por la que atraviesa San Fernando desde la lejanía?
-Guardo muchos recuerdos de cuando era niño y me vienen a la mente los autobuses que venían desde la desaparecida Constructora y de la Bazán, que traían tal cantidad de trabajadores que llenaban la plaza de La Iglesia. Eso ya hoy no existe y pienso que San Fernando tiene que ser muy imaginativa para pensar en su futuro. Hay que preguntarse qué puede ofrecer esta ciudad al mundo, y una vez que se encuentren las respuestas, demandarlo. Estamos en una ciudad histórica y que tiene unas posibilidades que se deberían de aprovechar. Para mi por ejemplo, y se lo he dicho en alguna ocasión a personas con cargos de responsabilidad en San Fernando, sería conveniente que esta ciudad tuviese una Universidad para el verano que atraiga a estudiantes y saber competir con los demás. No se puede ser pasivo y dejarse llevar, ya que uno siempre tiene que tener la voluntad de querer hacer algo. Muchas veces me da la sensación de que estamos creando un estado de fatalismo y no tratamos de crear cosas nuevas.
-Su padre fue un médico muy conocido en San Fernando, ¿qué supuso para usted?
-Fue una figura fundamental. Tengo de él un recuerdo que es imborrable, ya que era un hombre íntegro, pero a la vez de una sencillez extraordinario. Hace ya algunos años que falleció, pero para mi sigue estando muy presente. Fue el que me impulsó en todo lo que he hecho en mi vida.

Publicaciones del Sur, S.A.

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